23. Sean sus propios aliados

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Diego Stone

Al fin se dio la primera reunión de Construidos tras el ataque de la Resistencia en Londres. La Academia Black había sido abandonada. Volvería a sus antiguas funciones como internado cuando la alerta nacional pasase, pero hasta ese entonces nos reuniríamos en las instalaciones del Concejo por temas de seguridad. Ahora los Construidos estarían por su cuenta.

―Sean bienvenidos ―pronunció Luvia Cavanagh, entrelazando sus dedos mientras los estudiantes pertenecientes a las tres generaciones de la época nos acomodamos en un auditorio de la Torre Azul―. Como ya sabrán los he reunido aquí para comunicarles de manera conjunta la forma en que se llevará a cabo su educación. Hemos debatido en la Corte Real sobre el tema y llegamos a una conclusión final. Realizaremos la Competencia de los Ocho Clanes. ―Su postura permaneció recta y su expresión carente de emociones al comunicarlo.

Un instantáneo murmullo de voces quejumbrosas inundó el lugar. Ninguno de nosotros esperaba tal declaración.

―Les pido calma. Respeten mi orden. Estoy perfectamente consciente de que este evento no se ha realizado en casi sesenta años y de su peligro, sin embargo, es la última opción que hemos sorteado. Los ataques de Destruidos afectan a La Nación y no puede continuar así. La situación es grave. Tuvimos que regenerar algunas de nuestras estructuras más legendarias en busca de ganar tiempo y sustentar el poder que poseemos. Se necesitan más funcionarios activos dispuestos a entregarse a sus deberes que obtuvieron al nacer y que deberán cumplir hasta morir. No hay tiempo para darles el lujo de acostumbrarse a la idea de ello. Tenemos que decidir quién será el próximo líder del Concejo. Por ende, escúchenme con atención ―solicitó Cavanagh.

Me removí nervioso en mi asiento. Moriría la misericordia, la justicia y la avenencia que hubo entre los participantes. Nosotros podríamos morir.

―La Competencia de los Ocho Clanes no se dividirá en tres pruebas como predijeron sus antecesoras. Constatará de una instancia en la que participan todos, sin división por generación sino por dinastía, y el que sale triunfador en dos o más será el futuro líder del Concejo. No se les avisará en qué consistirá. En las situaciones desesperadas actúan los mejores y se revelará quién es el mejor. Será en un mes más o menos. Estén preparados. Esto dejó de ser un juego, se ha convertido en lo más parecido a una guerra que tendrán y su único aliado serán ustedes mismos ―concluyó la directora―. Les deseo una buena tarde. Ahora retírense.

Ella acababa de decirnos que tendríamos que pelear a muerte, pero eso no tendría que preocuparme. Podríamos tomar té y comer galletitas mientras discutíamos los arreglos de mi funeral. ¿Por qué entrar en pánico?

Dicho eso, no tuvimos otra alternativa que obedecer. A la salida Ivette fue atrapada por una horda de reporteros y la razón era su reciente compromiso con París Beaulieu. Sabía que solo asistieron los miembros de su clan y el príncipe Black, obviamente. Agradecí que ella estuviera en el centro del foco. No quería una nueva discusión con los periodistas, aunque fue gracias a ellos que me enteré la noticia de la semana anterior.

―No le va a durar mucho ser la portada ahora que se hará pública la noticia de la Competencia ―comentó Emery, observando a Gray con desdén.

Previo a la reunión ya había tenido la oportunidad de encontrarme con un par de mis compañeros y conversar unos pocos minutos. Kaysa estaba entre ellos. Algunos se alegraron de verla personalmente y otros, la gran mayoría, deseaban que ella hubiera muerto a manos de la Resistencia.

―Muchas cosas no van a durar tras la Competencia ―murmuró Finley en un tono trémulo.

―¿A qué se refiere? ―indagó Prudence, frunciendo el ceño.

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