24. Por los futuros rey y reina

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Diego Stone

La invitación al palacio nos tomó desprevenidos y más aún con la noticia de la Competencia de los Ocho Clanes, pero siempre había tiempo disponible para celebrar una fiesta incluso cuando podíamos morir. Por lo que sabía, invitaron no solo a las dinastías de la Capital sino a todas a lo largo de La Nación y sin especificar la causa de tal evento. Los rumores sugerían que habría un anuncio de crucial importancia. Yo decía que les pareció innecesario colocarle un título a la gala. Los únicos en no asistir serían los miembros de la familia White por razones evidentes. Las noticias apuntaban a que Finley y Aspen se mataron mutuamente, clavándose una daga en el corazón uno al otro, después del anuncio. La razón era un misterio del que los periodistas se alimentaban.

Finalmente, el carruaje se detuvo. El trayecto en sí fue bastante silencioso. Yo viajaba con Dionisio. Mi hermano menor lucía nervioso; era un novato en su primera gala fuera de la Mansión Stone y su temperamento sereno tendía a flaquear frente a mucha gente. No podía culparlo. Una equivocación y quedabas marcado como un problema irremediable. Los dos procedimos a bajar del coche en cuanto nos abrieron las puertas. Acomodé el saco de mi traje y alcé la vista en busca de contemplar el castillo.

La construcción que se alzaba frente a mí era una versión remodelada de lo que alguna vez fue el Palacio de Buckingham. Ya en la fachada se podía denotar el estilo neoclásico persistiendo en las estructuras del mismo. El refinado color negro que predominaba en las columnas, en los muros y en toda la residencia real contrastaba con el atardecer anaranjado. Los demás carruajes se estacionaron a un lado del jardín dividido en según las tres alas del predio. Mientras nos dirigíamos de manera tardía hacia el salón central debido a que nos lo indicaron un par de guardias, deseé que Kaysa hubiera venido a lo mismo que yo, sonreí al vislumbrar el de que les pertenecía a los Natural.

Las cambiantes melodías de la música en vivo y las voces de los cientos de invitados ubicados en los diferentes sectores golpearon a mis tímpanos apenas ingresamos. Nos guiaron a la mesa destinada al clan Stone. Nos sentamos y aproveché la oportunidad de beber un poco del vino tinto que me sirvieron, pues no resistiría toda esa noche sin una gota de alcohol. En cuando Wesley Black se colocó de pie en el centro del salón la música cesó y el bullicio se aminoró. Obtuvo la atención de cada persona, ya que el momento del anuncio había llegado.

―Buenas noches, poderosos miembros de la sociedad, tengo una importante noticia que darles ―saludó él a la multitud con diplomacia.

Fruncí el entrecejo cuando Kaysa se levantó de su asiento en la otra punta del lugar y caminó en dirección al príncipe oscuro. Ella lucía etérea y hermosa, vestida con un largo vestido de seda verde que contrastaba con su cabello del color del fuego. Ese vestido era un arma letal.

―Como sabrán, a pesar de mi juventud, he estado solo un buen tiempo y necesito alguien a mi lado que sea capaz de comprender la importancia del control de la Nación, por ello, deseo informar a todos los presentes, mi compromiso con la mujer más encantadora que he tenido el placer de conocer ―impuso, depositando un beso en la mano de Kaysa antes de tomar el valioso y popular anillo perteneciente a las joyas de la corona y colocarlo en su dedo. Ella sonrió. Ni siquiera podía creer lo que yo veía―. Les presento a Kaysa Natural, la Rosa Negra y mi futura esposa.

Todos los presentes elevaron sus copas en honor a los futuros rey y reina.

Yo no lo hice.

Kaysa

Nunca supe cómo logré soportar las felicitaciones a causa del compromiso y, a pesar de las cándidas sonrisas que me mostraron, yo estaba al tanto de la gran mentira sobre la alegría que inundaba tras el anuncio real. Después de la recepción, la tradición dictaba que los reyes fueran los primeros en bailar, en consecuencia, Wesley y yo tuvimos que ir al salón de baile, con el resto siguiéndonos. Mientras cumplía con aquel mandato sabía lo que pasaba en las mentes de aquellas personas que ni siquiera me conocían. Algunos se encontraban hablando del próximo Cuervo, empero la gran mayoría hablaba de mí, a mis espaldas, diciendo cosas feas que jamás se atreverían a decir a la cara. Yo era como un pedazo de pastel en una degustación llena de críticos severos. Podía sentirlos juzgándome, criticándome y odiándome. Tal vez, o seguramente, debería agradecerles por convertirme en la inspiración de los reporteros y por ser el tema de conversación de los invitados.

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