Me acomodé frente al tocador con intenciones de arreglarme. La noticia de mi compromiso había sido publicada en el periódico esa mañana y, por consecuencia, las críticas del mismo. Admiré mi reflejo sin poder evitar pensar en aquellas publicaciones sensacionalistas a pesar de que intenté fingir que no me afectaban. En algunas se mencionaba la posibilidad de que yo estuviera embarazada debido al repentino anuncio y a mis supuestos kilos de más. En otras se comentaba que estaba muy delgada, que parecía un esqueleto, demasiado para el gusto de los periodistas amarillistas. En algunos sitios había demasiado de mí y en otros tan poco. Ambas eran mentira, no lo cuestioné, aun así, ciertos detalles me hicieron dudar de mí misma. Podría quejarme de cómo me sentenciaban las otras personas, sin embargo, sabía que mi peor juez era yo. Si mis inseguridades solo estaban en mi cabeza, ¿por qué los demás también las notaban?
Quería amar mi cuerpo, pero, ¿cómo podía amar algo que me hacía sentir tan insegura?
No hablaron de mi inteligencia ni de mis habilidades, me juzgaron por el vestido que usé. Yo era una chica, no un estúpido centro de entretenimiento. Me veían como a un basurero al cual tirar su mierda o un panecillo que se rompió al salir del horno y había que reemplazar con uno mejor. La sociedad estaba enferma. Nosotros éramos la sociedad y éramos quienes nos autodestruíamos. Un ejemplo de eso serían los estereotipos de belleza imposibles de alcanzar. Siendo sincera, estaba cansada de ser un objeto. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que me había unido a Destruidos no solo por el bienestar del reino, sino por mí también. Quería dejar de sentirme así. Además, sus comentarios me dieron una idea.
A veces un poco de piel y hueso pesaba toneladas en la mente. Acaricié nerviosa mi estómago, cerré mi bata, puse mis pies a andar y caminé hacia la salida de mi habitación. Lo bueno de los bajones siempre serían las subidas de energía que les seguían. Al otro lado de la puerta se encontraba Theo, ocupando su puesto de guardia personal igual que cada día.
―¿Cuál es el nombre de uno de los contactos de Destruidos en el clan Blue? ―le pregunté curiosa.
―Elton Blue, ¿por qué?
―Creo que es tiempo de conversar con él.
Más tarde, fui a la conferencia. Tragué grueso ante la gran audiencia que me evaluaría. Estaba al borde un ataque de ansiedad. Los tenía a diario, mas los aprendí a sobrellevar al ser parte de mi rutina. No supe por qué, empero, en el nanosegundo que el príncipe oscuro sostuvo mi brazo, mis emociones se apaciguaron. Tomé el asiento junto a Wesley Black ubicado en el epicentro de la principal sala de la Torre Blue.
―No se ponga nerviosa.
―No lo estoy.
―A la mínima muestra de debilidad, atacarán ―acentuó él con su cara inexpresiva.
―Yo responderé peor ―afirmé, enderezando mi postura.
―No tendrá que hacerlo ―ratificó, aproximándose unos centímetros―. Nadie puede tocarla mientras esté yo con usted.
―Gracias por aceptar la entrevista destinada a El Libro Azul, le damos la bienvenida ―saludó Morgan Blue, la madre de Emery. La hija se encontraba a su lado como una aprendiz―. Tenemos varias preguntas y hemos procurado que sean en un orden asignado y en un tiempo ajustado a sus horarios, su Alteza. La primera es de mi compañero, Miles.
Mediante el comunicador portátil Marlee nos comunicó que aceptaba la entrevista, ya que sería distribuida en los territorios de la Nación. Además, nos informó que abandonaría la seguridad de la sede de Destruidos y volvería a Londres pronto. Permanecí en silencio entre tanto el heredero se me adelantó a contestar cada duda.
―¿Ya han decidido una fecha aproximada para la boda? ―quiso saber una periodista a la que no conocía.
―Será en cuatro meses ―afirmó Black.

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Construidos
Science FictionDinastía decapitada I "Si el amor te lastima, solo apaga tu corazón. Literalmente." Tras prohibir cualquier tipo de sentimiento, el reino se ha consolidado en el 2084 y está dividido por los clanes dirigidos por las familias de élite con la suprema...