Diego Stone
Miss dedos trazaban líneas invisibles en la espalda de Kaysa mientras nos mirábamos el uno al otro. Las sábanas doradas cubrían nuestros cuerpos al estar acostados y el silencio reinaba en el cuarto iluminado por decenas de velas. Un silencio pacífico y tranquilizador. Todo lo que necesitaba en ese instante.
―Es muy tarde. Deberíamos dormir ―dijo ella con la respiración ligera.
―Lo sé, me estoy muriendo de sueño ―respondí con honestidad previo a dar un bostezo.
―¿Y por qué no duermes?
―Porque tengo miedo.
―¿De qué?
―De despertarme en la mañana y descubrir que fue un sueño.
―No lo es. Estaré en la mañana y en la mañana del día siguiente y así hasta que las mañanas no existan, Diego ―prometió, cerrando sus ojos y en un tono de voz somnoliento.
Entonces, me desperté solo en una celda oscura y fría.
Resultó que su promesa no fue real.
Nada cambió. Solo había estado soñando con ella, soñando con salir, soñando con la luz.
Lo único que conservaba era una foto de su última salida y se aferraba a la misma.
Kaysa
Yo había estado investigando. Cada mañana la Corte Real se reunía para debatir acerca de los asuntos de gran importancia y a pesar de que no había recibido una invitación abierta para participar en sus reuniones, decidí asistir. Iba a ejercer mi derecho. Nadie me lo podía negar. En cuanto ingresé al Salón Negro que lucía como una amplia y clásica sala de reuniones similar a la que existía en la Academia Black iluminada por grandes ventanales que enfocaban la luz solar en la mesa central, acaparé las miradas incrédulas de los ocho miembros de la flor y nata de la élite. En su mayoría eran hombres de unos cincuenta años en adelante y la única mujer era nada más y nada menos que Luvia Cavanagh.
―Princesa, ¿qué hace aquí? ―quiso saber Wesley en un tono que exponía su descontento.
―Soy la Dama de la Corte, la pregunta correcta es: ¿por qué no estaría aquí? ―repliqué. Vi cómo a Cavanagh se le formó una pequeña sonrisa torcida en el rostro a medida que ocupaba el asiento a su lado―. Así que, ¿de qué me perdí?
―Discutíamos sobre las constantes protestas que se han dado últimamente en las calles de todos los sectores debido al aumento de los impuestos ―informó Patrick Black.
Recordé que el príncipe falso me había dicho que le había sugerido asesinarme en vez de reinar conmigo, no obstante, siempre que me cruzaba con Patrick se le notaba apacible. La habilidad para mentir venía en la sangre. Ellos anhelaban el temor y la rendición del pueblo. Entre tanto yo buscaba su respeto y lealtad. Esa diferencia entre nosotros me bastaba.
―¿Fue tan necesaria la subida de tarifas? ―indagué curiosa.
―Ese no es el motivo del problema, señorita ―respondió el sujeto de voz grave, ojos verdes y cabello grisáceo que reconocí como Steven Lowe. Percibí desprecio en el "señorita". Le molestaba que fuera una chica porque yo sería la reina en un mundo gobernado por hombres―. Algunos no solo se niegan a pagar, sino que también no van a trabajar. Es importante. Debemos tomar represalias antes de que la situación empeore, en especial en el sector Blue.
―¿Represalias? Yo creía que este era un reino que le permitía al pueblo expresarse. Incluso si estamos en dos frentes distintos, la agresividad no será la solución porque implicaría que no nuestros puntos no son lo suficientemente fuertes y no queremos eso, ¿cierto? ―cuestioné, levantando una ceja.

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Construidos
Science FictionDinastía decapitada I "Si el amor te lastima, solo apaga tu corazón. Literalmente." Tras prohibir cualquier tipo de sentimiento, el reino se ha consolidado en el 2084 y está dividido por los clanes dirigidos por las familias de élite con la suprema...