Capítulo 5

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La noche de antes de ayer había sido un caos, odiaba los hospitales y había la había pasado allí durmiendo en aquellos asientos pegados, con el cuello apoyado en el hombro de la tía Stella, me dolía todo. Lo de mamá solo había sido un susto, no era grave lo que tenía, pero si era para tratarlo en el momento. Apéndice. 

Cuando regresamos a casa le preparé la cena tal cual como lo había indicado el médico, algo bien liviano. Terminé agotada en la cama sin ni siquiera cenar, revisé mi móvil y tenía varias llamadas de los chicos, hasta de Isaak preguntando sobre mi madre y también regañándome porque no les había avisado. Cómo si ellos fueran médicos y solucionaran el problema. Odiaba que la gente me acompañe a este tipo de cosas, sentía que era una pérdida de tiempo o simplemente una molestia. Cuando falleció mi padre las dos únicas personas a las que les permití estar en el velorio fue a Nate e Isaak, de todas formas, Alexa no quería ir, y tampoco la obligué a hacerlo. 

[...]

El sábado por la noche los Salinger me invitaron a una gala de beneficencia, primero consulté a mi madre su estado de salud, y me respondió que ya estaba mejor y que podía manejarse sola. Sin embargo, le advertí que cualquier inconveniente que tuviera no tenga duda en llamarme. 

Las chicas pasaron por mí eso de las tres de la tarde para ir a comprar vestidos, para mi suerte tenía algunos ahorros y podría comprarme algo por mis medios. No me gustaba que gastasen en mí, mucho menos cosas costosas que yo no podía devolver el dinero. Al llegar a las tiendas, Alexa y Madison casi entran corriendo a una en donde habían visto vestidos preciosos que era más que obvio que yo no podía pagar, y como a mí no me ilusionaban esas cosas caminaba con un paso lento y sin ánimo.


—¡Vamos Mía, apúrate! —gritaba Alexa haciéndome una seña con la mano. 


Para ser sincera nunca creí pensar tal cosa, pero me había enamorado de un vestido perdidamente; era de seda rosa pálido con la simulación de un cinturón de estrás blanco y la parte de los hombros un poco caídos para así mostrarlos. Al ver el precio reí irónicamente, ¿quién me hizo pensar que yo, Mía Vogler, ¿podía pagarse un vestido de tal costo con los ahorros de unos tres meses? A veces me preguntaba si era amiga de las chicas para humillarme. Alexa se paró a mi lado y me sonrió. 


—¿Te gusta ese? —dijo tocando la tela del vestido. 

—Sí. Y no, no vas a pagarlo, conozco esa mirada. 

—Vamos Mía, no seas así. Sabes lo mucho que amo hacer esto. —ella sacó su tarjeta de crédito y pagó el vestido como si nada le importase. Se negó a aceptar el efectivo que llevaba, hasta que lo logré.

Alexa se compró un vestido Pnina Tornai rojo pasión con una flor al costado estilo princesa y Madison uno con un escote negro y strass combinado con verde agua en la parte de abajo. 

Salí primera del local, las chicas se metieron a otro local en donde iban a comprar joyería, por lo que deduje, iba a sentarme en uno de los banquitos, pero la figura de alguien a pocos metros de mí me lo impidió; encontré a la persona que menos esperaría por ahí. Luke Reinhard; él comenzó a caminar con sus largas piernas y, en ese momento, lo único que estaba en mis capacidades fue seguirlo con la mirada, se dirigía hacia mí. Se paró frente mío y observó detenidamente como mordía mis labios nerviosa, saco con lentitud las manos de sus bolsillos para sacar su cajetilla de cigarros y encendió uno. Aún con su semblante serio, alzó su mirada conectándola con la mía. No podía estar más nerviosa con la presencia del rubio, las chicas estaban lejos de nosotros, así que no sabía la razón de mi nerviosismo, las manos me sudaban y su mirada me estaba penetrando el alma. Hasta podía decir que me estaba quemando. 

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora