Diego Stone
Desperté a paso lento y mi visión se aclaraba a medida que parpadeaba. No me alarmé al ver vacío el lado de la cama que le pertenecía a Kay. Supuse que había tenido que ir a una de sus reuniones más temprano de lo usual. Me quité de encima las sábanas que me tapaban y fui directo a darme un baño. Mientras me alistaba como normalmente lo hacía, vislumbré una hoja sobre el escritorio que antes había ignorado. Enarqué una ceja al percatarme de que era una carta y que no podía ser una buena señal. La leí sin demoras.
Diego, alías mi amado novio:
Sé que te estarás preguntando qué diablos es esto como también sé que ya te habrás dado cuenta de que no va a ser algo que te fasciné. Pero es necesario, sabes que lo es. Para cuando estés leyendo esto, yo ya me habré ido y estaré muy cerca de las puertas del palacio. En el cajón del escritorio está el último decreto de Edmond. Por precaución, no le digas a nadie que te lo di. Guárdalo hasta que te lo pida. Confío en que lo harás.
Perdón por irme sin despedir. Anoche fue sensacional, incluso con la guerra asomándose, fue sensacional y quería irme con ese recuerdo, de ti, sonriendo y siendo la persona que amo. No trates de buscarme, solo te pondrías en un peligro innecesario. No te preocupes por mí. Dicen que la gente siempre vuelve a los lugares en los que fue feliz, así que no cabe duda de que iré a donde sea que estés tú. Volveré a ti. Es una certeza.
De todo corazón, Kaysa.
No me detuve a reflexionar acerca de las palabras escritas en ese papel, me puse de pie y salí casi corriendo de la habitación. Bajé las escaleras a toda velocidad, sin interesarme con quien me chocaba al hacerlo, y me encaminé a... Por todos los clanes, ni siquiera sabía a dónde iba. No obstante, debía hacer algo. No podía sentarme a esperar que ella regresara, así como así. Yo entendía sus motivos para irse, mas había creído perderla en una ocasión y no soportaría hacerlo dos veces.
―¡Stone! ―oí a la voz de Cedric llamarme que aumentaba su volumen desde uno de los pasillos. No estaba enterado de que se había quedado en las instalaciones de la academia. Logré cruzar el umbral del Gran Salón previo a que me alcanzara con desventaja―. ¿Por qué caminas con la cara de alguien que lo perdió lo todo?
―Porque lo hice.
―¿A qué te refieres, amigo?
―No es tiempo para bromas. Kaysa se ha ido al castillo.
―Necesitamos encontrar a Marlee. ―Fue lo único que dijo Cedric.
Minutos más tarde, nos encontrábamos en el comedor principal. Entre tanto los demás desayunaban, nosotros discutíamos sobre la vida de una persona.
―¿Cómo pudo haberse escapado? ―consultó Marlee a penas le comunicamos los hechos.
―¿Cómo? Es la persona más inteligente que conozco, ese no es el problema. El asunto es que lo hizo y ahora puede estar yendo a la horca, y no sé por qué estoy hablando con ustedes cuando debería ir para allá ―respondí.
―Porque eres listo y entiendes que no aportaras en nada. Quisiera ayudarlos, chicos. No hay mucho que pueda hacer.
―¿Nada?
―No conocemos su situación actual, qué dirá ella o cómo reacciona Wesley a su aparición. Si Kaysa consigue detener el ataque será muy positivo para nosotros, aun así, no me agrada la idea que haya ido sola.
―Clanes, ella es tan bajita y tan mandona, y estoy seguro de que a ellos no les gusta recibir órdenes. Se la comerán de un bocado ―masculló Lockwood en un suspiro dramático. Lo miré incrédulo y angustiado. Tal vez sus intenciones eran buenas, aunque de verdad no ayudaba.

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Construidos
Science FictionDinastía decapitada I "Si el amor te lastima, solo apaga tu corazón. Literalmente." Tras prohibir cualquier tipo de sentimiento, el reino se ha consolidado en el 2084 y está dividido por los clanes dirigidos por las familias de élite con la suprema...