ASCENSO DEL LUNES

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Ha llegado el momento. Llamo a los ascensores y no tarda en venir a buscarme el de la derecha.

—Buen chico —digo, como si estuviera vivo. Todo es tan mágico ahora...

Entro, pulso el botón de la décima planta y comienza el ascenso. No estoy tan nervioso como esperaba, hoy todo es motivación y valentía.

—Hasta el infinito y más allá —le robo la frase a Buzz Lightyear.

Cuando el ascensor se detiene en el segundo piso, me mentalizo, como un atleta a punto de competir. Espero el pistoletazo de salida, ese que se suele anunciar con un «preparados, listos... ¡Ya!» Las puertas se abren.

—Hola, Rebeca —saludo sonriente—. ¿Qué tal estás?

Camina lentamente, pulsa el botón del octavo piso, y se queda frente a mí.

—Mejor que el otro día —contesta avergonzada.

—Me alegra saberlo. Tenía muchas ganas de verte.

Las puertas se cierran y comienza la cuenta atrás:

69"

—Yo también tenía ganas...

—¿Sí? —me ilusiono.

— ...de saber cuál es tu animal favorito.

¿Me acaba de vacilar? Sus mejillas se tensan a causa de una tímida sonrisa. Sí. Me acaba de vacilar.

—Ah, ¿solo de eso? —finjo haberme ofendido—. Pues ya no pienso decirte qué animal me gusta. Adivínalo —le propongo.

Rebeca tuerce el morro. Es la segunda vez que veo este gesto, pero sigue chocándome tanto como la primera.

60"

—Adivinarlo... —repite.

—Sí. ¿Te doy una pista?

Ella asiente, y tan solo se me ocurren frases que bien podrían haber salido de la mente de Maria: «le encantan las zanahorias» suena fatal, «usamos su nombre para referirnos a lo que tienes entre las piernas» es demasiado grosero... No se me ocurre nada ingenioso y que no pueda asustarla.

50"

Rebeca alza el mentón, indicando que se impacienta.

—Eh, sí... ¡Voy! —Me estrujo el cerebro, y se me enciende la bombilla—. ¡Su pata da suerte!

—Vaya. Como un trébol de cuatro hojas, o —me muestra el amuleto que lleva colgando del asa del maletín—; una herradura.

—Exacto. O como pisar una mierda.

40"

Rebeca parpadea repetidamente, con aire perplejo. He vuelto a hacer el ridículo.

—Bueno, eso dicen —lo intento arreglar—. Aunque a mí no me suele dar suerte.

—¿Pisar heces? ¿Acaso pisas muchas?

—¡No! Claro que no. Las justas —comento, la estoy liando—. O sea... Ya me entiendes.

Rebeca enarca una ceja, y suelta una sutil risita, que la hace parecer extremadamente coqueta. Me quedo embobado contemplándola.

30"

—¿Es el conejo? —me pregunta y me obliga a espabilar:

—El conejo... Vaya, ¡sí! ¡Bingo! Venga, por acertar, te has ganado un premio.

Abro la mochila y le devuelvo su libro.

20"

—¿Mi premio es que no me robes?

Hoy está muy graciosilla. Es evidente que cada vez se siente más a gusto conmigo, lo que me llena de seguridad.

—Bueno, en realidad —doy un paso al frente—, puedo darte lo que quieras.

10"

Vale, eso ha sonado muy porno, y ella debe de pensar igual, porque sus mejillas se han sonrojado de inmediato. Nerviosa, ha escondido tras su oreja el mechón de pelo que le colgaba frente al rostro y, gracias a ello, puedo observarla mejor: su pálida tez llena de pecas, sus rojizos y agrietados labios, sus ojos flotando en pronunciadas ojeras... Cada día me resulta más atractiva.

—Pues —habla muy bajito—, sí que hay algo que quiero pedirte.

—Mientras no sea leer otro libro en tiempo récord...

—No es eso. —Se ríe.

Admiro su especial sonrisa como quien admira una aurora, que sale muy de vez en cuando, para iluminar el cielo de algún frío lugar. Pero cuando el ascensor se detiene, espabilo. Se nos acaba el tiempo.

0"

—¿Qué es lo que me quieres pedir? —pregunto cuando las puertas se abren.

—Que... —Retrocede—. Que no faltes a nuestros encuentros.

Se marcha, las puertas se empiezan a cerrar, y la llamo:

—¡Rebeca! —Su atención se posa en mí, y prometo—: No te voy a fallar. —Guiño un ojo y las puertas se cierran.

Me apoyo en la pared, y me ruborizo de pensar en mi torpe movimiento de párpado. ¿Le habrá gustado? No creo. ¡Qué vergüenza!

Sin poder quitarme la sensación de bochorno de encima, analizo el viaje de hoy. A simple vista podría no parecer gran cosa. Pero, sin lugar a dudas, ella y yo sabemos que ha sido el ascenso más especial e importante hasta la fecha. Joder. Estoy convencido de que ni el primer ascenso del hombre a la luna resultó tan emocionante...



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Ay, Andrés... Jajaja ¡Espero que os esté gustando la novela!

¡Pronto os subo una sorpresita!

¡Pronto os subo una sorpresita!

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69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora