Golden Prison

I

Una noche oscura. Diez años después de aquella boda catastrófica, una silueta se iluminó con la luz de la luna. Una capucha escondía la identidad de aquella persona, pero el viento movía su capa, dejando visible una figura femenina, así como también el grupo de armas que llevaba consigo. Su paso era muy silencioso a pesar del tintineo creado por las armas.

Caminó lentamente por aquellos pasillos que llevaban al castillo, buscando la forma de pasar completamente desapercibida. Mordió sus rojos labios por la presión que sentía. Entonces escuchó un crujido tras ella. Sintió la cercanía de alguien, la habían descubierto. En menos de dos segundos se giró mientras sacaba una de sus espadas y lanzó un corte, pero este golpeó contra el metal de otra espada.

Se puso en guardia y trató de ver fijamente a su contrincante. Era un hombre, un adulto joven que tenía una gabardina y una máscara con dos brillantes googles. Ella pareció reconocer aquella figura. El hombre soltó una ligera risa y apartó su máscara, dejando sus ojos celestes a la vista. Aquella mujer abrió la boca de la sorpresa.

-Tú... Eres...

-Hey, cuanto tiempo sin verte... Cassie.

Era Varian. La mujer levantó la espada y apuntó al cuello de aquel joven. Lo conocía, lo conocía a la perfección. Sus ojos ardían en furia, él había iniciado todo. Cassandra apretó los dientes. Él levantó ambas manos sonriendo irónicamente. Le divertía mucho esa situación. Ahora era incluso más alto que ella, y la guerrera no pudo evitar notar que los brazos del joven eran enormes, definitivamente había entrenado, era más fuerte, y era probable que incluso más inteligente, no podía subestimarlo.

- ¿¡Qué demonios estás haciendo aquí!? – Soltó Cassandra con furia.

- ¿Años sin vernos y así me recibes? Eso duele, Cassie – Dijo en burla el joven.

-Cassandra – Lo corrigió. -No me llames Cassie.

-No me importa... Cassie – Repitió Varian sin darle importancia a las palabras de la mujer.

- Debieron ser más años. Eres un traidor, un criminal que no debería estar aquí. ¿No deberías estar destruyendo el bote de Lady Caine o algo así?

-Eh, no. Ella hace mucho me... - Dio una pausa y miró al cielo, buscando las palabras adecuadas. –"Cedió" su puesto – Dijo finalmente y con cinismo.

-Así que la quitaste del camino, ¿Uh? Definitivamente eres despreciable.... Además, eres muy tonto por aparecerte aquí.

- Ah, ¿Sí? De hecho – Dijo y con su dedo índice apartó la punta de la espada de su cuello. –Me parece bastante inteligente, ya que no he atraído la atención de ningún guardia. Curiosamente tu tampoco. Supongo que tienes suerte.

- ¿Suerte? Olvidas que soy la...

- Sí, sí – La interrumpió. –Eres la hija del capitán – dijo levantando los brazos y cambiando su voz a una con orgullo fingido y burlona. –La dama de compañía de la princesa y una maravillosa soldado. ¿No?

El joven giró a ver a la mujer y notó tristeza en sus ojos. A pesar de mantener la pose de guerra y sus ojos fijos en él, ella no pudo ocultar ese detalle. Varian alzó las cejas con sorpresa, pero también incredulidad.

- Oh, vaya. Creó que di en un punto sensible, ¿No es así Cassie? – Rio un poco ante la idea. –Probablemente tu único punto sensible – Y soltó una carcajada burlona que enfureció a la mujer. – ¿Y esa expresión, Cassie? ¿Es acaso que el gran Capitán al fin dejó de existir? 

- ¡Cierra la maldita boca! ¡Asesinaron a mi padre! ¡Incluso alguien como tú entiende lo que es perder un padre!

Varian se quedó en silencio viendo a los ojos aquella mujer. Cassandra tenía los ojos llenos de agua, pero se negaba a dejar escapar una sola lágrima. Él exhaló suavemente. Ella tenía razón, a pesar de haber pasado tantos años de que perdió a su padre siendo consumido por el ámbar, el recuerdo aún le dolía. Su pecho sintió el dolor de una antigua puñalada. Rio suavemente.