v e i n t i t r é s

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Estábamos dentro de la casa de Pi Kappa Alpha, otra vez y aunque yo era el menos drogado, no dejaba de estar fuera de mí mismo. Había encontrado a Calum bebiéndose el barril de cerveza mientras hablaba con algunos chicos que querían reclutarlo para que jugara baloncesto con ellos, sí, Calum había seguido con la mentira de que éramos universitarios del primer año y a Ashton me lo había topado por casualidad cuando entré al baño del piso de arriba, en un inconsciente intento de encontrar a Carrie, Ashton estaba dentro de la tina de baño armando un rompecabezas, acompañado de varios chicos y chicas en el mismo estado mental que él.

Ni siquiera quería preguntarle cómo había llegado ahí.
Pero ahora, estábamos juntos otra vez, Ashton, Calum, yo, Michael y Tiana, una de las chicas con las que Michael se besaba minutos antes.

—¿Dónde está la otra chica? —pregunté.

—¿Cuál? —respondió Michael.

—¿No eran dos chicas?

—No lo sé.

—Tuvo que irse, estaba cansada —respondió Tiana, echando hacia atrás de su hombro un mechón de cabello azul.

Decidí no seguir hablando. No quería arriesgarme a decir alguna tontería.

—¿La encontraste? —me preguntó Calum, recobrando el sentido de porqué habíamos llegado ahí en primer lugar.

—No.

—Oh —se limitó a contestar.

—¿Estás bien? —inquirió Ashton ahora.

—No.

Y no, no estaba bien. Estaba drogado, golpeado, cansado y triste. Todo lo que había hecho fue en vano, desde un principio, todo sin sentido.
La música había subido de volumen y la gente seguía bailando y haciendo lo suyo, entonces me rendí. Por primera vez en la noche, me rendí completa y definitivamente, no más búsqueda, no más persecusiones, no más visitas al hospital, no más Carrie.

Michael pareció notar mi notable (y bastante exagerado) cambio en mi estado de ánimo, así que caminó a la barra improvisada que estaba en la cocina, llenó varios vasos con lo que parecía ser whisky y nos llamó, nos dejamos llevar por Michael y lo que fue uno, se volvieron dos y tres y después cuatro vasos de whisky.

Llegamos a no poder llevar la cuenta de cuántos habíamos bebido y entonces, en mi borroso y tambaleante campo de visión, vi un rostro conocido. Chico de lentes, cabello oscuro y rizado, mirando su teléfono. La voz y consejo de Carrie resonó en mi cabeza, ni siquiera podía recordar cómo sonaba en realidad su voz, pero al parecer mi mente se encargaba de mantener un lejano destello dentro de ella.

"Escápate, ve y besa a una chica, baila un poco, regresa, sé feliz".

El consejo que Carrie le había dado a Patrick en la tienda de comestibles me animó a acercarme, como si conociera al chico de toda la vida, y hablarle. Bien hecho, Luke.

—Hola —empecé diciendo—, veo que sí saliste de fiesta.

Patrick levantó la vista de su teléfono y me miró confundido, pero parecía tener algunas cervezas encima y solo me saludó, con una risilla tímida y asintió a lo que dije, el chico era algo torpe y eso ya era bastante si yo lo calificaba como torpe.

—Hola, tú —me respondió para luego reincorporarse un poco y prestarme más atención.

—Luke —dije mi nombre porque él parecía no saberlo y aunque probablemente le entró por un oído y salió por el otro, yo seguí hablando—, sigo buscándola.

Patrick se carcajeó y yo sentí mi estómago revolverse, me alejé de él y me recosté sobre el sofá, estaba algo húmedo pero no me importó. Ya nada me importaba en ese momento. Sentí mis ojos cerrarse y antes de quedarme completamente inconsciente, Michael se me acercó y sentí su mano entrar en el bolsillo de mis pantalones.

—Casi le arranco la mano a esa chica para recuperarla —balbuceó entre risas—, debes cuidarla mejor, maldito loco.

Y entonces cerré los ojos.

Los calcetines de Carrie (l.h.fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora