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•Trabajos godín y un paraguas•

Odiaba ese trabajo, su jefe era un grano en el culo todo el tiempo y su estúpido compañero de trabajo, Logan, solía ser bastante molesto. De hecho era más que molesto desde que había empezado a salir con su pequeño hijo de 17 años, no sabía porqué aún no le metía una denuncia por pedófilo. Sacudió su cabeza para no pensar en el novio de su hijo, porque de seguir así, se levantaría hasta el cubo de su compañero y le molería la cara a puñetazos por meterse con niñito.

Intentaba concentrarse en las cosas que hacía, en verdad que sí, sobre todo porque cualquier paso erróneo le podría costar su empleo, y no es que no quisiera dejar ese trabajo, era sólo que no podía permitirse eso de momento. Cuando menos se dio cuenta, el reloj ya marcaba las seis de la tarde y con ello su hora de salida. Ese día en particular no tenía ninguna prisa como otros por llegar a casa, sus hijos debían quedarse con su madre por lo que no tenía que correr por ellos a sus respectivas escuelas.
Chequeó su tarjeta de salida y con una mueca de odio se despidió de Logan. Caminaba distraídamente hasta la salida, escuchó el saludo de Emma, su mejor amiga y recepcionista y lo devolvió de manera floja con su mano sin levantar la vista de entre los papeles que estaba revisando en ese momento. Tanta era su concentración, que, al salir a la calle le tomó por sorpresa la lluvia. Guardó los documentos que estaba revisando con rapidez en su maletín mientras el agua le empapaba la ropa.

Hubo varias maldiciones hasta que pudo estar seguro que ninguna hoja había resultado dañada, sin embargo, todo el estaba escurriendo, ¿por qué no había notado la tormenta que había fuera? Ya no llovía con tanta fuerza, pero igual, así la pequeña tormenta continuase, no podría tomar un taxi porque no juntaba el dinero suficiente, y se negaba viajar en subterráneo en ese estado. Bufó dispuesto a caminar hasta su casa bajo el agua, cuando sintió las molestas gotas dejar de golpearle, se giró hacia un lado reparando en la presciencia de Charles Xavier con su paraguas, el hombre que trabajaba un par de pisos más abajo de él y con el cual había intercambiado un par de palabras cuando se encontraban en el ascensor.
El castaño le sonrió, mirándose al parecer de Erik muy tierno, pues esos lentes le parecían horribles, pero ocultaban unos ojos azules preciosos. El oji-verde le regaló una pequeña sonrisa, algo muy poco común de él mismo.

— ¿Me permites acompañarte a casa? — cuestionó el castaño bajito y Erik sólo atinó a asentir.
Comenzaron a caminar mientras pensaba: "ni siquiera deberías preguntar, tú puedes acompañarme a donde sea."

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Bueno, no sé si sepan, pero en México un trabajo "godín" es un trabajo de oficina, el cual tiende a ser aburrido y tedioso. Por eso cuando vi ese dibujo (créditos a quien corresponda) no pude evitar imaginar a los dos bebés como "Godinez".
Yo los amo mucho y también, orgullosamente puedo decir que alcancé por primera vez en mi vida el famoso 1k aquí, así que muchas gracias, se siente hermoso esto.

Mucho amor a todos:)

𝓓𝓻𝓪𝓫𝓫𝓵𝓮𝓼  𝓒𝓱𝓮𝓻𝓲𝓴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora