Parte 7

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El martes me dediqué a buscar en Google información acerca de mi capacidad de mover objetos con la mente. Al parecer se llama telekinesis y no es algo tan especial como pensaba. Había infinidad de blogs hablando sobre el tema. Algunos afirmaban que en cinco minutos podías aprender a mover objetos con la mente. Incluso había tutoriales en YouTube donde te explicaban como hacerlo y luego te pedían que les dieras un like y te suscribieras al canal.

Buscando "mover papel higiénico con la mente" me salió un video de un chico que podía moverlo, un poco peor que yo, pero al final del vídeo pisaba el papel y se veía que debajo había un bicho muerto, que era el que había estado moviéndolo.

Sobre "mover chicles con la mente" no encontré nada.

Sufrí "ataques de amor" también el martes y el miércoles por la noche. Y cada vez eran peores. Descubrí que el picor se debía a que la piel se me resecaba mucho por el amor, estaba tan seca que el miércoles llegó a cuartearse. A mi abuela le pasaba en las piernas en verano, pero nunca vi que le salieran las escamas que me salieron el jueves en algunas zonas.

Estar enamorada era tal cual lo describían las canciones: ganas de estar con Héctor, necesidad exagerada de saber cómo estaba, sentir un nudo en la garganta, dolor, angustia, insomnio... no recordaba ninguna canción que hablara de que se te secara tanto la piel, pero tampoco había escuchado todas las canciones de amor.

La idea de enviarle un mensaje, de buscarle, volvía una y otra vez a mi cabeza durante esos ataques. Le buscaba en redes sociales e incluso le guardé como contacto en el teléfono, por si tenía que escribirle.

El martes estuve a punto de hacerlo. El miércoles tuve que meter en móvil en la nevera y encerrarme en mi cuarto hasta que se me pasara el amor.

El jueves volví a meter el móvil en la nevera, pero perdí el control, lo saqué y le mandé un mensaje casi a media noche.

23:41 * Yo: Hola ¿cómo estás?

Miraba la pantalla con tanta intensidad que podría haberla derretido con los ojos. Cuando dieron las doce se me fue pasando el "ataque de amor" y fui consciente de lo que había hecho. El dolor había cesado, la piel de mis brazos volvía a tener su aspecto normal. Pero no podía deshacer lo del mensaje.

No pude dormir hasta que él me respondió.

01:17 * Héctor: ¿Quién eres?

01:17 * Yo: Cuervo

No volvió a escribir y su silencio me puso muy nerviosa.

01:19 * Yo: Siento si te he despertado

El mensaje marcó un solo check, no los dos habituales. Eso indicaba que Héctor no lo había recibido. Quizá había apagado el móvil y tenía sentido porque era muy tarde.

No dormí bien. El mensaje seguía con un solo check durante el desayuno y después de primera hora en clase.

Solo me quedaba una cosa por probar: traté de llamarle usando WhatsApp. No funcionó.

Héctor me había bloqueado.

Estaba en su derecho y lo lógico y decente habría sido que yo hubiera respetado su deseo, pero no podía pasar otra noche como las anteriores. Tenía que hablar con él para disculparme, pero sobre todo tenía que saber si estaba bien.

Como la enamorada obsesiva en la que me había convertido, sabía que Elena y Héctor siempre charlaban un rato después de clase. Solo tendría que seguir a Elena para hablar con él. Quizá si me mandaba a la mierda se me pasaría la tontería.

Para no pensar en ello durante las siguientes horas de clase, me dediqué a despegar chicles de debajo de las mesas con mi telekinesis. Había estado entrenando en casa y mi habitación estaba empapelada con trozos de papel higiénico. Sumado al caos de la ropa, mi cuarto era una completa pocilga. Planeaba ordenarlo durante el fin de semana.

Cuervo (fantasía urbana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora