VI (Segunda Parte)

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Lilith contemplaba la desesperación del joven alquimista sin inmutarse...

Nuestros héroes no se habían percatado de que mientras contemplaban los recuerdos de Rapunzel, Lilith había realizado un encantamiento. Ahora, bajo el alquimista, se hallaba trazado un círculo. La mujer sonrió mientras una luz comenzaba a aparecer en el círculo. Desde la orilla del mismo, salieron unas cadenas brillantes que rodearon al joven. Rodearon sus brazos, su cuello, su torso...

- ¡¿Qué mierda?! –Grito Cassandra, retrocediendo ante aquella visión, pero Varian ni siquiera se inmutó. Sus ojos estaban perdidos en la nada, parecía un zombie.

Lilith seguía con la vista clavada en el joven alquimista.

- Colega de mi maestro... Cae en la desesperación – Sentenció.

 Ariadna levantó la cabeza y contempló horrorizada al muchacho.

- ¡VARIAN! - Gritó la princesa con todas sus fuerzas.

Cassandra y Ariadna intentaron acercarse, pero una corriente eléctrica alejó a ambas de Varian. Lilith negó con la cabeza, obviamente no les permitiría salvarle. Cassandra se llenó de rabia y sacó su espada, apuntando a la captora de su compañero.

- ¡Libéralo! ¡¡¡Libéralo ahora!!!

- No. Esa es tarea de la princesa – Lilith contempló a la niña. –Ve, Ariadna vi Corona... Sálvalo. Sálvalo de la oscuridad en su corazón. O él jamás podrá volver...

Los ojos de la princesa brillaban cual antorchas, mientras corría hacia el joven. En el momento en que Ariadna entró en el círculo, una ráfaga de electricidad intentó sacarla, pero ella pudo mantenerse firme y abrazó al joven.

La pequeña había cerrado los ojos y, al abrirlos, notó una oscuridad inmensa, un frío le recorrió el cuerpo y pudo ver vapor saliendo de sus labios. Se abrazó a sí misma tratando de mantener el calor. Miró a su alrededor y notó que estaba a la mitad de la nada, a mitad de una horrible tormenta.

- Oh, Dioses - La niña avanzaba a paso lento, llamando al alquimista a grandes voces.

Ariadna se estremeció al escuchar unos gritos de dolor, pero no dolor físico, si no interno. Un dolor intenso que la hacía estremecer. La pequeña corrió en dirección hacia donde escuchaba los gritos y poco a poco comenzó a divisar una pequeña aldea. Se horrorizó al notar todas aquellas rocas negras que invadían casas y establos, destruyendo fácilmente todo en su paso. Era Old Corona. O más bien, los restos de esta aldea.

La princesa siguió caminando, acercándose más y más a aquel llanto desgarrador hasta que llegó a una casa que ella reconocía, la había visto una vez en uno de los dibujos de su madre.

Entró por la pesada puerta de madera y se encontró dentro del laboratorio de Varian. Lo vio allí, un pequeño de 14 años, llorando amargamente frente a la roca que aprisionaba a su padre.

- ¿Varian? – Lo llamo la princesita y corrió hacia él. - ¡Varian!

El joven alquimista giró para verla. Sus ojos empapados en lágrimas y enrojecidas mejillas le mostraron que tenía mucho tiempo llorando en soledad. Varian no se levantó, sólo la miró confundido, temblaba y su voz era rasposa, se había vuelto así de tanto gritar.

- ¿Quién eres tú? - Dijo sin parar de sollozar.

- Soy una sirvienta de la princesa Rapunzel - Le respondió en tono tranquilo. -Me envió en su lugar porque no tiene permitido dejar el palacio.

- Ella... ¿Te envió? -. El tono del joven rompía el corazón de la niña. - Pero... ¿Por qué ella no vino? - Las lágrimas comenzaron a caer con más sentimiento que antes. - ¡¿Por qué ella rompió su promesa?! Por qué ella...- Sus palabras se quebraban y se cortaban por sus sollozos. - ¡¿Por qué ella me abandonó??!

Golden PrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora