Capítulo 34.

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No podía quedarme quieta viendo como alejaban a Ethan de mi lado. Seguí en esa habitación con los ojos bien abiertos y casi torturándome por la imagen de ver al chico que me gustaba esposado, siendo empujado por dos policías que a su lado parecían pequeños, y el rostro de él humillado.

Por supuesto que Ethan no era un ladrón. Ya no iba a dudar de él, o eso esperaba.

Corrí hasta cerrar la puerta a mis espaldas, y asomé medio cuerpo por la barandilla de las escaleras. Los dos policías quedaron delante de un hombre que vestía con un traje azulado y se ajustaba nervioso la corbata. La mujer que se aferraba a su brazo sonreía perversamente, y miraba con los ojos bien abiertos al stripper.

—Yo no he robado nada —dejó bien claro Ethan.

De repente le dieron un empujón, acercándolo más a los padres de Byron.

—Señora, ¿podría decirme exactamente lo que le han robado?

Ambos ignoramos la respuesta, ya que Ethan miró hacia arriba, encontrándose con la preocupación en mis ojos. Él no había hecho nada malo, salvo besarme y confesar que sentía algo por mí.

Byron apareció del comedor principal, y sorprendido se calló. Su melena rubia ocultó parte de sus anchas cejas, su padre arropó los hombros de él con el brazo, y le susurró algo en el oído.

—Me ha desaparecido un collar que mi marido me regaló para nuestro aniversario. Es carísimo, solo quiero recuperarlo —se alzó de puntillas para besar la mejilla de su "marido". —Retiraré la denuncia cuando me lo devuelva.

— ¡Yo no he robado nada! —gritó. —No soy un ladrón.

Dijo una vez más.

Le golpearon tan fuerte detrás de las rodillas, que Ethan quedó arrodillado delante de las personas que lo acusaban de ladrón. Y hablaba en plural, porque lo más seguro es que su marido estaba de acuerdo. El policía empezó a recorrer su cuerpo con la porra, y se detuvo en los bolsillos de los vaqueros para buscar más a fondo.

Y de repente sacó lo que menos esperábamos. Un collar brillante que lucía de una forma espectacular.

—Ese es mi collar —sonrió cogiéndolo entre sus dedos. —No pensé que fueras así, Ethan.

Ethan gruñó.

—Señora Ross, lo mejor es que no retire la denuncia.

El padre de Byron apartó a la mujer, y con los brazos cruzados lo miró.

— ¿Quién eres, joven? Nunca te había visto por aquí.

Fue el momento de bajar las escalaras para detener todo lo que estaba pasando, y sacar a la luz que la loca lo había traicionado de una forma espectacular, digna de película. Pero cuando pensaba que iba a llegar al último escalón sin escuchar la voz de Byron, me equivoqué.

Él, como hombre joven que era, plantó cara.

—Es un amigo, mamá. Y estoy seguro que no ha cogido tu collar —miró alrededor de él. — ¿Verdad que tiene una explicación, Ethan?

Esperé a que él respondiera.

—Por supuesto que sí —estaba alterado y lentamente se levantó del suelo. Ni siquiera fueron capaces de ayudarle. —No he robado nada porque estaba en tu habitación con Freya.

— ¿Y qué hacías con tu hermana en la habitación de mi hijo?

Esa mujer era terrible.

¿Por qué no llovía en ese momento y caía un trueno sobre ella?

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora