3. El resultado de nuestros actos

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"Me pregunto quién nos ha dado el derecho de estropear nuestro planeta."

-Kurt Vonnegut


Los minutos parecían horas bajo el intenso sol de la mañana. Con el transcurrir del tiempo, Jared se encontraba muy cansado y el peso de su hermano parecía el triple del que realmente era. A pesar de esto, continuaron la marcha mucho tiempo más. A su alrededor podían observar lo que antes eran las bellas edificaciones, y que ahora solo eran escombros que volaban con el viento.

—Es horrendo... realmente horrendo —Se lamentó Theo.

—Es triste —susurró Aisa contemplando el duro suelo.

Jared se mantuvo callado, no porque no tenía nada que decir, si no porque el cargar a Theo tanto tiempo había hecho que se cansara rápido. Como intuyendo la situación, Aisa se detuvo y dándose la vuelta, dijo solamente tres palabras que fueron como música para los oídos de Jared.

—Tenemos que detenernos.

Y así lo hicieron, sin ningún tipo de reproche. Milagrosamente encontraron un lugar donde había sombra, tras un muro que se había caído, y por las marcas que tenía sobre el era visible el paso de los Terra Giants por ese lugar. Y también de los elementalistas agua, la mella se sus poderes podía verse a la perfección sobre la superficie de piedra. 

Theo logró sentarse apoyando la espalda contra uno de los bolsos, y a decir verdad parecía bastante cómodo. Bebieron y comieron lo justo y necesario para recargar energías y seguir teniendo alimento para más tarde. Y fue en ese momento, donde la presión del silencio, les hizo notar una enorme mancha de sangre seca, más detectable que las otras, que se extendía sobre el muro, en uno de los costados.

—Creo que aquí fue donde peleé con dos Aqua Giants —comentó Jared, mientras masticaba un trozo de sabía que habían encontrado en la casa. Aunque no era muy rico, simulaba la sensación de comer carne seca y llenaba el estómago—. Uno escapó y el otro, bueno...

—¿Qué le hiciste? —preguntó su hermano con una media sonrisa.

—¿Ves la sangre? —Theo asintió—. Salió de su cabeza cuando la aplasté contra una roca y luego directo hacia la pared.

—¡Por Dios! —dijo Aisa, tapándose la boca.

—¿Qué? —exclamaron ambos hermanos, al unísono.

—¿Cómo pueden hablar de algo así sin siquiera mosquearse un poco?

—Aisa, por si no te has dado cuenta, los últimos tres años hemos vivido en la guerra. He visto tanta sangre, que la mano no me tiembla cuando tengo que empuñar una espada y degollar a alguien —El tono de seriedad de Jared había llamado al silencio absoluto. Lo único que se escuchaba era su voz—. Estuve al borde de la muerte más veces de las que me gustaría recordar, la sangre para mí y para Theo, supongo también, es moneda común. Mientras no sea la mía o la de mi hermano la que se derrame, no me importa nada.

—Entiendo eso, no soy estúpida —dijo Aisa, luego de un momento, respirando profundamente y recogiendo valor—. Pero de todas formas, sigues siendo un ser humano y como tal buscas preservar la vida. Y no te creo un comino eso de que no te tiembla la mano cuando estás a punto de degollar a alguien, si tu corazón late dentro de tu caja torácica, eso no es posible.

—Entonces claramente no conoces a la humanidad, niña. Porque si así fuéramos los humanos, no hubiera habido guerra desde un maldito principio. 

Theo que se había quedado callado, miraba a su hermano y luego a Aisa repetidas veces, sin saber qué decir, o si era apropiado decir algo entre esa batalla de titanes. Al final, dijo lo primero que se le cruzó en la mente, que a veces no era lo más apropiado...

Tierra de gigantes [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora