36.

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Donghyuck se encontraba tirado a lo largo de la cama, boca arriba, y estirando sus extremidades para así poder abarcar también todo el ancho. Había asistido a las clases de la mañana, pero al sentirse terriblemente mal, decidió faltar a las de la tarde.

No se podía explicar a sí mismo qué rayos estaba pasándole. De a ratos, sin ningún motivo aparente, sentía que el corazón se le encogía y que a sus pulmones les hacía falta oxígeno. Intentaba calmar esos horrorosos episodios respirando profundo, pero eso solo aumentaba la sensación de asfixia. Tras respirar profundamente varias veces, la misma se desvanecía en la nada, y lo único que quedaba era un latido acelerado de su corazón. Luego, todo volvía a la normalidad.

También, desde lo que había sucedido con Mark hacía tres días, vivía con un nudo en su garganta. Le dolía al hablar y al tragar, y a veces incluso al respirar. Había momentos en los que no podía controlar el llanto, y comenzaba a llorar a moco tendido sin que nada disparase esa reacción. Incluso ese mismo día no había podido controlarse en el medio de la clase, dejando escapar un par de lágrimas. Sin embargo, al estar rodeado de gente, se obligó a sí mismo a recuperar rápidamente la compostura.

Pero allí estaba ahora. Con la habitación sumida en un oscuridad parcial — pues pese a ser apenas las dos de la tarde, al tener todas las persianas cerradas, sólo entraba muy poca luz desde afuera — y en un silencio sepulcral que sólo era interrumpido por el tic-tac de las agujas del reloj que colgaba sobre la puerta.

Suspiró con fuerzas para luego girarse sobre sí mismo y quedar de lado. Fijó su mirada en la cama contigua, la de Minkyung, y luego cerró sus ojos. Volvió a suspirar, y al intenta despejar su mente, logró oír el débil y lejano tintineo de la campana del colegio. Probablemente había acabado alguna clase.

Donghyuck volvió a abrir sus ojos en cuanto el sonido de su móvil que le avisaba que tenía un nuevo mensaje se escuchó. Lo manoteó, desganado, y sonrió con ternura.

Era su hermana que, pese a estar enfadada con él, le preguntaba por qué había faltado y si se sentía bien. Respondió el mensaje diciéndole que no se preocupara, que sólo era un malestar general y que ya pasaría, y luego volvió a dejar el móvil en la mesa de noche.

Se giró nuevamente para mirar hacia el techo y gruñó. Pataleó, se despeinó y se sentó en la cama de un salto.

— ¡Jodeeeeer! — Exclamó. Volvió a tirarse hacia atrás y comenzó a patalear y sacudirse. — ¡Mierda, mierda, mierda, puta, caca, caca, mierda! — Gritó.

Se detuvo de golpe y con la respiración agitada. Volvió a sentarse de un salto, prendió la luz de noche y tomó su celular. Buscó el contacto de Jaemin y, sin pensarlo, abrió su chat y comenzó a teclear.

Donghyuck.

¿Cómo me doy cuenta cuando me gusta una persona?
14:10

No hagas preguntas.
14:10

Jaemin.

¿?
14:11

Pues...
14:11

No dejas de pensar en ella, te molesta verla con otra persona...
14:12

Donghyuck.

Ajá, ¿Qué más?
14:12

Jaemin.

No soportas estar lejos de ella...
14:12

Espera, impaciente, que aún no terminé ¬¬
14:13

GENDER BENDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora