Capitulo 32: Operación rescate.

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Anabelle miró como Arthur se alejaba de ella apenas contestar. No sabía por qué, ni para qué. ¿Serían los secuestradores? No podía verle el rostro a su amigo mientras hablaba, pero tenía que ser importante dado que un silencioso revuelo se había producido a su alrededor.

La llamada no duró mucho, pero apenas cortó, todo el mundo se puso en marcha antes de que pudiese reaccionar.

Ana se puso de pie para pedir una explicación, pero el señor Hamilton estaba a su lado antes de que pudiera hacer el segundo paso.

–Tenemos algo, Ana –anunció poniendo una mano en su hombro–. Tranquila. Si es cierto, no fallaremos, traeremos a tu niña de vuelta.

–¿Cómo que si es cierto? ¿Qué piden?

–Nada. No eran los secuestradores, fue una llamada extraña. No lo sé. Alguien dice que sabe dónde está Kassie. Que tenemos que darnos prisa.

–¿Quién era? ¿Qué quería a cambio? –Ana tuvo que sentarse al notar como las piernas se le volvían gelatina. ¿Por qué tenía que ocurrir justo cuando William no estaba allí?

–No lo sé, están rastreando el teléfono, pero nosotros vamos a salir. Teníamos todo preparado para algo así. Lancelot se quedará contigo, están llamando a William, está con los niños, tiene que venir para acá antes de hacer otra cosa, pero no podemos esperarlo –Vio como ella casi temblaba y se encogía más en el sofá. Arthur apoyó una mano en su hombro y se puso de cuclillas–. Ana, ¿entiendes lo que digo? Tengo que irme ahora.

Ella asintió y levantó la cabeza en busca de alguien.

–Lancelot ve con ellos. Yo estoy bien. –Los hombres fueron a protestar enseguida, pero no lo permitió–. Te debo mi vida, Lance. Me salvaste una vez, estaré mucho más tranquila si vas con ellos.

Un poco reticente, pero terminó aceptando y nadie perdió más tiempo en salir de la casa y ponerse en el camino.

Emalene entró a la habitación luego de colocarse unos anteojos grandes y oscuros y una gorra con el cabello recogido. Lo ideal sería que la niña no la reconociera, pero tenía que hacer que confiara en ella para poder sacarla sin resistencia.

Antes de tocar el picaporte había telefoneado a Ed para que él se encargarse de llamar a la casa de los Weaver y hacer que se movieran. Tenía que ser rápido, esperaba que ellos también se dieran prisa. Eran eficientes, así que Ema no dudaba que, si tenían un poco de suerte, todo saliera bien.

No había nada extraño en esa habitación. La ventana tenía los vidrios cerrados, pero no anulada ni nada por el estilo. La niña miraba hacia afuera, hacia el jardín trasero cuando ella ingresó.

–¿Kassie? –Susurró para no asustarla. Ella se giró y entonces pudo verle el rostro. Había llorado, eso era claro. Tenía los ojos y la nariz roja. Los labios le temblaban y se apoyó en la pared en cuanto la vio, como si quisiera alejarse todo lo posible de ella. Y la entendía, ¿cómo no hacerlo?–. Tranquila, Kassie. Estoy aquí para ayudarte, voy a sacarte de aquí.

Los ojos de la pequeña se agrandaron.

–¿Salir? –Preguntó confundida–. No puedo salir, la señora mala no quiere que salga.

–La señora mala no va a lastimarte porque yo te protegeré.

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora