Capítulo 7

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Louis no había rezado mucho, ni siquiera durante las largas e incómodas noches durmiendo en la habitación de invitados a lo largo de los últimos tres días. Tampoco había vuelto a suplicarle perdón a Trevor, aun sabiendo que no volvería a dormir junto a él durante una temporada.

Lo único que hacía era esperar, simplemente esperar a que Trevor le dirigiese la palabra.

No estaba acostumbrado al silencio en aquella casa, estaba acostumbrado a sus gritos histéricos, a esa tendencia a discutir por cualquier mínima cosa, a su trastorno obsesivo compulsivo que le hacía volverse loco cuando Louis olvidaba hacer la cama.

Pero Trevor ni siquiera había entrado a la habitación de invitados para comprobar si estaba manteniéndola limpia. No había pestañeado cuando Louis decidió dejar un vaso sucio sobre la encimera de la cocina en un intento de llamar su atención, incluso aunque solo consiguiera gritos en respuesta. Trevor había preferido lavar aquel vaso él mismo para no tener que cruzar una sola palabra con él, y la situación estaba comenzando a preocuparle.

Solía hacerle enfadar a menudo, porque él era un desastre para la convivencia y Trevor tenía muy poca paciencia y demasiado carácter, pero nunca había llegado al punto de enfadarle hasta conseguir que no le dirigiese la palabra durante tres días completos. Siempre había odiado tanto sus berrinches innecesarios que jamás creyó que algún día estaría suplicando por escucharle quejarse de algo.

Pero lo único que escuchaba era la televisión sonando desde el salón principal, donde Trevor se encontraba cenando mientras veía alguna película sin importarle en lo absoluto que Louis estuviese comiendo solo en la cocina, releyendo mil veces los escasos mensajes que había intercambiado esa misma mañana con Harry y alzando la vista cada dos por tres hacia la puerta esperando a que Trevor entrase en la cocina y que con suerte le dijera algo.

Su pierna estaba moviéndose nerviosa contra el suelo, su plato sobre la mesa frente a él aún estaba vacío y releer los mensajes de Harry solo conseguía ponerle más nervioso.

Ya lo habían concretado todo, en poco más de una semana Louis estaría tomando un vuelo a San Francisco y no tenía ni idea de qué iba a pasar con Trevor si las cosas entre ellos seguían así.

Sinceramente, le daba miedo volver a casa recién divorciado solo para descubrir que también se había quedado soltero, pero era incapaz de no pensar en la posibilidad de que Trevor eligiese hacer sus maletas y marcharse de allí mientras él se encontraba fuera.

Resopló, levantándose de su asiento por pura inercia y terminando de convencer a sus piernas para que caminasen hacia la puerta del salón antes de que pudiera arrepentirse.

Asomó su cuerpo por la puerta, tentando el terreno con sus ojos y descubriendo la figura de Trevor iluminada únicamente por la luz que desprendía la pantalla frente a él. Louis sabía que él se había dado cuenta de su presencia, simplemente no le miraba porque no quería hacerlo.

—Trev —musitó, apoyando ambas manos contra el marco de la puerta y tamborileando con sus dedos levemente sobre la madera.

Le vio echarle una leve miradita de reojo, volviendo a prestar atención a la televisión al instante y acomodándose mejor sobre el sofá. Louis suspiró.

—¿Podemos hablar?

—¿Estás casado? —la pregunta era retórica. Ambos sabían la respuesta, y la respuesta a esa respuesta.

—No seas infantil, T —se quejó Louis, arriesgándose a adentrarse en la habitación —. Sé que la cagué y tienes todo el derecho a estar enfadado, pero voy a solucionarlo y...

—No estoy enfadado porque estés casado —le interrumpió Trevor, alzando su cabeza y mirándole directamente a los ojos por primera vez en tres días —. Estoy enfadado porque me engañaste y nunca tuviste los huevos de contármelo.

Vegas LightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora