-Capítulo 6-

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*OFUSCADO*

Isabella vio al auto salir rápidamente con gesto molesto. Con qué no huía, ¿eh? El móvil última generación y la tableta que él le dejó cuidadosamente puesta sobre su cama, no la ilusionaban después de lo que acababa de ocurrir. Se sentía muy confundida, sentía que había miles de respuestas probables para la conducta de Sebastián que probablemente no le gustarían y tenía miedo que por ese beso, las cosas cambiaran entre ellos.

Se llevaban muy bien, él le abrió las puertas de su casa y cambió su vida. Lo mejor era que se olvidara de ese hombre, se dedicara a sus estudios y su próspero negocio. Al final tenía más de lo que jamás pensó y ahora contaba con un buen futuro por delante si era inteligente y sabría aprovechar las oportunidades.

Era consciente de que lo que sentía nunca lo volvería a experimentar por nadie, pero tampoco le interesaba, los chicos nunca le atrajeron, hasta que lo conoció, y creía que así seguiría siendo. A pesar de saber que era lo mejor que podía hacer, se durmió con una pequeña lágrima rodándole la mejilla intentando despedirse de algo que jamás sería.

En efecto, Sebastián no salió de viaje en esta ocasión, pero lo que hizo fue más drástico. Por la mañana, cuando Isabella salía para la universidad, se dio cuenta de que no había llegado a dormir y así comenzó a suceder con mayor frecuencia cada vez. El carácter de Sebastián parecía el de siempre, pero ella sabía que algo había cambiado entre ellos. Cada vez salía más por la noche, ya las cenas juntos desaparecieron. Ella intentaba distraerse con sus clases y cada vez pasaba más tiempo en casa de sus hermanos.

Ciro sabía que algo sucedió el día de su cumpleaños. Los escuchó, sin remedio, discutir cuando llegaron y era evidente para todos los que ahí laboraban como se separaban cada vez más.

Diciembre, el tiempo no se detenía e Isabella salió de vacaciones. Raúl y Carmen la invitaban a las posadas y salía todo el tiempo con ellos, incluso, comenzaron a invitarla a pasar la noche en su casa con mayor frecuencia y ella aceptaba pues se sentía muy sola a pesar de que Ciro la procuraba todo el tiempo.

—Isabella, ya casi no sales a jugar con Miel y Luna. —La joven lo miró sin poder contestarle. No podía decirle que al observarlas lo único que veía era el distanciamiento de Sebastián–. Tranquila, ellas de todas formas están muy bien, aunque creo que te echan de menos como todos los de esta casa. —Isabella sonrió con tristeza. Le había tomado mucho cariño todo ese tiempo; al igual que a Raúl y Carmen.

–Lo sé, Ciro, lo siento, yo también los extraño, es solo que mi tiempo aquí se está acabando. —El mayordomo elevó su barbilla preocupado por la reciente declaración.

—¿Por qué dices eso? ¿Te quieres ir? ¿A dónde?

—No me quiero ir, pero es lo mejor, créeme, ya he causado suficientes molestias, Sebastián reparó mis alas y me dio tiempo de curarme, ahora creo que ya puedo volar sola. —El hombre la guio hasta el comedor para sentarse y poder conversar. Sebastián armaría tremendo escandalo cuando supiera sus intenciones, ese muchacho obstinado la adoraba y aunque era un cabezotas que no quería reconocerlo ni dar su brazo a torcer, Isabella era la mujer ideal para él.

–Qué bueno que ya te sientas fuerte, jovencita, eso es una buena noticia, pero eres necesaria aquí, lo sabes —Isabella rio sin alegría comprendiendo sus palabras y recordando cómo se había alejado tan fehacientemente de la casa y la razón de su actitud.

–Ciro, Sebastián ya hizo todo por mí, más de lo que siquiera pude haber soñado, y créeme lo que tú, y todos han hecho, jamás se borrara de mi corazón. Sin embargo, ya casi pasó un año, pienso que lo mejor es irme.

Vidas Cruzadas © ¡ A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora