Capítulo 30 | Hasta el fondo

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Una semana después.

- ¡Ah, Inuyasha! -gritó de placer.

Mientras más gemía, más aumentaba los movimientos, se sentía realmente delicioso sentir ese cálido y húmedo lugar alrededor de su hombría, y aún más ver la cara desfigurada del placer y sudorosa de Aome, mientras los cabellos se pegaban en su cara y sus mejillas con un lindo sonrojo.

Y llegó el momento en el que ambos se liberaron al mismo tiempo por tercera vez.

Contempló su cuerpo sudoroso y caliente, su agitada respiración, sus curvas exuberantes, sus pechos redondos y rosados, su piel blanca y cremosa, Dios, como le encantaba ver toda su perfección, y detallarla de a poco.

Bajó lentamente hacía su intimidad, y dejó un largo beso en ella, para luego pasar suavemente su lengua recogiendo su deliciosa esencia.

- Maldición Inuyasha, ¿acaso quieres matarme del placer?

- Por supuesto.

Ella levantó la cabeza al notar el cambio en su voz, y ahí estaba Izako.

- ¿En qué momento te transformaste?

- Estabas muy agotada y además el medio demonio estaba hipnotizado por tu cuerpo, fue fácil.

Un ligero sonrojo ocupó el lugar de sus mejillas.

- Ven aquí. -lo jaló de los hombros.

Lo abrazó por el cuello y lo besó, y así duraron un largo rato más, entre risas, caricias y besos, hasta que ambos se quedaron dormidos.

****

- Oye Inuyasha.

- ¿Qué pasa anciana?

- Baja un momento por favor, necesito hablar con ustedes.

De un salto se sentó a su lado.

- ¿Qué quieres hablar?

- ¿Como se ha portado Izako desde la llegada de Aome?

- Muy bien se podría decir, la hemos tratado como una reina.

- Eso veo, se ve muy feliz. Pero, ¿cuando piensan contraer matrimonio?

- ¿Para qué? Si ya tenemos un lazo aún más fuerte que ese tonto matrimonio.

- Lo sé, pero a los ojos de los humanos son solo una pareja de calienturientos.

- Me importa muy poco lo que piensen los humanos de nosotros, mientras que los contrincantes que valgan la pena y la quieran cortejar sepan que es mía me basta.

- Dios Inuyasha, ¿qué haré contigo?

- ¡Keh!

****

- ¡Pequeña, ya llegué!

- ¡Estoy bañándome!

No le hizo falta más palabras para que Izako tomara el control y fuese sigilosamente hasta el baño.

En su ausencia, él junto con muchos aldeanos hicieron una casa, era la más grande de toda la aldea, ya que todos estaban agradecidos con él por las múltiples veces en las de él los ayudó y además salvó de muchos ataques.

Salvaje [E1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora