T R E I N T A Y N U E V E

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KLARA

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KLARA

Todo a su tiempo.

Me recuerdo al conversar con Kang, él me ha contado sobre su hermano y mi corazón se ha roto al imaginarme lo que Kang debió sentir durante todo eso, su impotencia, su culpa. Así que no quiero entristecerlo aún más contándole lo de mi madre, quiero que esta noche sea de él y de su momento para abrir su corazón conmigo. Ya habrá otras citas donde pueda compartir mi historia con él, después de todo, hay una conexión especial cuando encuentras a alguien que ha pasado por un dolor similar al tuyo, ya no te sientes tan solo, tan incomprendido. Creo que el pasar por cosas dolorosas desarrolla una parte de uno mismo que se conecta con la de una persona que también lo ha pasado.

—Te has quedado muy callada de pronto.— Kang me observa antes de tomar una cucharada de su helado, ya casi se lo termina.

—Solo estoy pensando locuras.

—¿Locuras? A ver, diviérteme.

—No, otro día.— le doy una sonrisa nerviosa porque aunque estoy cómoda con él, su presencia sigue acelerando mi voluble corazón. Aún evito sus ojos de vez en porque la profundidad en ellos hace que me falte el aire, —¿cuándo me llevarás a verte cantar en el bar de la calle 14?

Kang alza una ceja.

—Baja la velocidad, Klara, es la primera cita y, ¿ya quieres presenciar mi oscuro secreto?

—Cantar en un bar no es un oscuro secreto, Kang, especialmente si usas una máscara de Batman.

—Lo es si es ilegal.

—Aún no puedo creer que el dueño te deje escabullirte ahí.

—Tengo mis métodos de convencimiento.

Es mi turno de elevar una ceja.

—Tienes demasiada confianza en tu encanto.

Kang descansa sus codos sobre la mesa y se inclina hacia mí, yo dejo de respirar.

—¿Soy encantador?

Sin querer, mis ojos bajan a sus labios y el recuerdo de sentirlos contra los míos calienta mis mejillas así que trago con dificultad y bajo mis manos de la mesa a mi regazo.

—Como si no lo supieras.

Él tuerce sus labios y echa su cuerpo hacia atrás para sentarse con normalidad. Mi acelerado corazón agradece la distancia entre nosotros.

—Tal vez no lo sepa, Klara.

—No voy a decirte que eres encantador, Kang.

—Auch, ¿por qué la agresividad?— él se pasa la mano por su cabello, y lo desordena, eso le hace lucir despreocupado y aún más atractivo.

—Te diré que eres encantador cuando me lleves a verte tocar a ese bar.

—Oh, ¿negociando ahora?

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