Desconocido

8.7K 1.1K 636
                                    

Meses antes.

Su corazón latía desenfrenado y tan sólo esperaba que los demás no lo escucharan, pero tomando en cuenta el silencio, a veces interrumpido por el correr del viento entre las hojas de los árboles, parecía ser imposible que los alfas que lo rodeaban no se hubieran dado cuenta de ese hecho. Tragó saliva y se ahogó con ella, gracias al nudo que había en su garganta. Los nervios podían con él aunque aparentaba estar tranquilo.

Había enfrentado a cualquier alfa ordinario que dijese algo que lo ofendiera, tampoco se había amedrentado cuando le buscaban pelea. Valiente y temerario, así se describiría. Sin embargo, ahora quería huir despavorido, y su único enemigo era la aguja enfrente de él. Un puto objeto inanimado que hacía a su cuerpo sudar frío.

Un alfa morocho lo sostuvo del brazo cuando se removió inquieto. Seguro había pensado que Jimin escaparía. Pero no. Él había estado decidido a hacerlo. Dijo que sí, a pesar de que quería gritar que no. Y todo porque quería sentirse parte; pertenecer a un pedazo de la mayor jerarquía del clan, que lo tomaran en cuenta. La rabia lo había llevado hasta allí, porque él también quería demostrar que era más que un sirviente para un alfa.

Cuando lo empujaron hacia el muchacho que sostenía la jeringa, su determinación flaqueó, y por eso el alfa morocho lo sostuvo nuevamente. Jimin tragó duro, con sus pensamientos ganándole batalla. Ni siquiera se había parado a pensar en las consecuencias que esto conllevaría. Y justo ahora, las preguntas que más le daba pánico se agolpaban en su mente. ¿Y si el clan lo rechazaba? Esto era algo revolucionario, más de lo que alguna vez hizo; tal vez no lo quisieran más en su manada ¿Pero y si sus padres ya no lo querían? Ese era su verdadero miedo; podían echarlo del clan Yen y a él no se le movería ni en pelo, pero si su familia no lo aceptaba, ahí podría quedar destruido.

-Vamos, nene. Si haces esto serás uno de nosotros. -le dijo, y acercó su boca para susurrarle al oído:- O sino uno de nosotros deberá tomarte. Si quieres, puedo ser yo.

Jimin apretó los puños y se lo sacó de encima, yendo directo hacia la jeringa. Bien, su familia tendría que aceptarlo como sea. Él ya no podía vivir más así, con el constante abuso de los alfas.

Puedes. Tú puedes.

Se repetía. Pero la bilis subía por su garganta a cada palabra. No obstante, estiró el brazo. Todos lo miraron, sorprendidos por su osadía, y él se sintió bien consigo mismo al obtener ese tipo de expresiones.

Sintió el pinchazo como una picadura de mosquito y respiró hondo tratando de relajarse, pero la respiración se le cortó al sentir el líquido entrar en sus venas.

Dolía. Quemaba. Era como ácido recorriendo su piel; como fuego incinerándolo de a poco. Chilló desesperado intentando alejarse, pero unos fuertes brazos lo retuvieron. Sólo que esta vez era Kwan quien lo mantenía contra su pecho.

-Shh... Todo está bien. Vas bien, amor. -le susurró, pero Jimin no quería escucharlo y dio vuelta el rostro hacia otra parte- Ya pasará.

Pero no lo hizo. El dolor siguió y siguió, mareándolo al punto de no poder sostenerse en sus propios pies. Se dio cuenta de que estaba llorando cuando Yen pasó su rasposa palma sobre su cara.

-Los alfas no lloran. Tendrás que dejar ese hábito, ¿escuchaste? Aguanta el dolor, no seas estúpido.

Ni siquiera sintió cuando la aguja dejó su piel ya que su cuerpo ardía y picaba por todas partes, un pequeño pinchazo no hacía realmente la diferencia. Kwan tuvo la decencia de sentarlo en un tronco y lo mantuvo erguido contra su costado. Jimin parpadeó, agotado, y sus ojos acuosos sólo distinguieron luces de colores y sombras de personas que se movían. Era horrible y no podía llorar como quería porque necesitaba demostrarle al hijo del líder que él también era fuerte.

Without Stereotypes ♡Kookmin♡Where stories live. Discover now