~ Inglaterra y su verdadera reina ~

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Después de recuperar el palacio, Liz se retiró para viajar a Irlanda, el viaje era de 5 días así que su corte real de Elizabeth estaría en Inglaterra en unos 10 días, mientras llegaban ella intentaba solucionar todos los problemas que habían en su reino, eran bastantes, la economía había decaído demasiado, las cosechas habían disminuido debido a que los traidores les habían quitado la ayuda a los comerciantes, incluyendo al hermano de Meliodas, quien al no tener suficiente solvento económico sus hijos había enfermado de gravedad, Elizabeth llegó a casa de Zeldris junto a Meliodas, le ofrecieron su ayuda inmediatamente y llevaron a los niños enfermos a un hospital, todo pagado por Elizabeth.

Faltaba mucho por recuperar de su reino, pero estaba segura de que lo lograría.

Su corte real por fin llegó y su abuela pidió ir a ver a sus nietos al calabozo, al llegar los tres le suplicaron de rodillas que los sacará de ahí.


-Una traición es algo imperdonable, si Elizabeth decide expulsarlos del reino yo lo apoyaré.-

Expulsarlos del reino era lo peor, ya que sería quitarles el apellido real y quitarle todo privilegio que tenían

Subió de nuevo al palacio encontrando a todos en la sala de juntas.

Elizabeth nuevamente vestía sus vestidos frondosos, portaba su corona y tenía en sus manos unos papeles que leía con su mirada.

Su abuela estaba orgullosa de verla recuperar su trono, de ser responsable y comprometida con su pueblo.

Tomó asiento junto a los demás quienes permanecían en silencio mirando a ella con los papeles en mano.

Elizabeth tomo una carpeta y se la paso primero a su padre.

-Toma la primera hoja por favor y léelo, después James toma la segunda, Katerine la tercera, Abuela la cuarta, y Diane la última.-

Todos obedecieron y mientras leían las hojas Elizabeth se reclinó en su asiento, le dolía la cabeza desde hace un par de días, también sentía mucha fatiga, era tanto que tenía que componer que comenzaba a pesarle.

Después de que cada quien leyera aquellos papeles dieron su opinión respecto a los problemas.

La junta terminaba y ya habían decidido que hacer con los traidores, Elizabeth pidió a sus guardias llevarlos al gran salón.

Al llegar aún esposados ella y su corte los esperaban.

Elizabeth se puso de pie, y camino hasta estar cerca de ellos


-Como saben una traición hacia la nación es un delito muy grave, si yo fuera la antigua Elizabeth que creía que todos nos llevaríamos bien, los soltaría de inmediato a todos, pero ya no soy así, así que los escoltaran a cada uno de ustedes fuera del reino, está de más decirles que si dan un pie de nuevo aquí serán asesinados, a los duques que apoyaron esa traición es lo mismo, sus familiares ya están enterados de mi decisión y ya están preparando sus maletas para irse. Es todo, pueden llevárselos ya.-

Los guardias reales los jalaron de sus esposas haciendolos salir, mientras gritaban y rogaban perdón, pero Elizabeth los ignoró, no podía dejarlos en su reino, nada le aseguraba que ellos no volverían a traicionarla.

Después de que ellos se fueran, su corte se retiró también a descansar, Diane fue a su hogar y Elizabeth se mantuvo sentada en su gran trono, miraba los alrededores, al menos el palacio se conservaba limpio.

Nuevamente el dolor de cabeza llegó a ella, quería acostarse y descansar pero aún tenía muchos pendientes.

Ban y Elaine habían ido a otro reino vecino a vender objetos de gran valor que sus primos habían adquirido, con eso ella ayudaría a los comerciantes que lo necesitaban, también mando a Escanor con Liz, ya que ella le ofreció una vez más su ayuda.

Habían pasado ya 5 días desde que se fueron, Elaine la mantenía comunicada sobre lo que hacían, así que se sentía un poco tranquila.

Se decidió ir a su cuarto a descansar, se puso de pie y comenzó a caminar por el pasillo hacia su habitación, abrió la puerta y sintió como un mareo se apoderaba de ella, soltó la puerta y cayó al suelo.

No supo cuanto tiempo había estado sin sentido, despertó cuando escucho a lo lejos la voz de su rubio llamándola.

Abrió poco a poco los ojos encontrándose con la mirada esmeralda de él.

-¿Meliodas? ¿Que ocurrió?-

Preguntó mientras intentaba sentarse en la cama.


-Te desmayaste, Elizabeth ¿Has estado comiendo bien? Te veo muy afligida y cansada, no debes exigirte mucho.-

Mencionaba mientras la abrazaba suavemente hacia el, Meliodas no había estado tan cerca de ella en estos días, ya que con todo lo que había por hacer en Inglaterra el salía la mayor parte del tiempo.

Elizabeth no contestó, solo se dejaba abrazar por los grandes y musculosos brazos de su amado, Meliodas siempre había poseído buen físico.

Buscó sus labios y los aprisionó en un gran beso, el cual por supuesto que el correspondió, las caricias subian de tono, recostó a su reina sobre la cama mientras continuaba besando su cuello hasta llegar a sus pechos, ocasionando que gimiera bajo.

Habían pasado más de quince días sin que ellos tuvieran íntimidad, ambos se deseaban con locura.

Estaba por quitar el vestido de su reina cuando tocaron la puerta de su habitación.

-¿Alteza? ¿Se encuentra mejor? ¿Bajara a comer?.-

Se oyó afuera de la habitación de la voz de una de las sirvientas.

Meliodas gruñó, habían interrumpido su momento de pasión.

-Terminamos esto en la noche cariño -

Susurro en su oído la reina estremeciendo por completo a Meliodas.

-Enseguida bajo-

Hablo desde la cama.

Comenzaba a bajarse cuando Meliodas la jaló hacia el sorprendiendola.


-No puedo esperar hasta la noche.-

Contestó impaciente.

Bajo hasta las piernas de su reina, hizo a un lado su vestido y bajo la ropa íntima que tenía para comenzar a besar y lamer su cavidad.

Elizabeth gimió un poco fuerte, el sabía cómo encenderla rápido.

Sin importarle ya nada dejo llevarse por el momento y disfrutaba las caricias de su amado.

Se bajó el pantalón y su miembro ya bien erecto entró en ella.

Arqueo la espalda gimiendo más fuerte, las estocadas que Meliodas le daba eran fuertes pero sin llegar a lo salvaje.

El rubio comenzó a cansarse de estar en esa posición y se sentó en la cama, Elizabeth movió bien su vestido y se sentaba encima de su miembro, ahora ella tenía el control, se movía a su ritmo mientras veía el rostro lleno de placer de su rubio.

Agilizo más sus movimientos haciendo que Meliodas se venga rápido.

Susurro su nombre cuando llegaron juntos al orgasmo, se abrazaron y se dejaron caer a la cama.

Esperaronn un poco hasta que su respiración se calmara y se acomodaron la ropa.

Salieron de la habitación de la mano sonriendose mutuamente, y bajaron hasta el comedor.

~ Leal a ti ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora