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Misión: salvar a la chica que importa más que nadie 

(Sí, más que la pobre de Mack)


Primero, dentro de mí explotó una emoción enorme porque Ax no había desaparecido.

Se sintió como si hubiese pasado un año lejos y no un simple día. Tuve que recorrer de nuevo cada una de sus características para poder creerlo: sus cicatrices, su altura, ese aire de chico salvaje y raro con su jean, sin camisa y con su confuso cabello que a veces parecía muy negro o muy marrón o de algún color muy oscuro. Todo hizo que casi saltara de felicidad...

Hasta que me di cuenta de que no estaba actuando normal, y mi emoción se transformó en confusión y horror.

Él estaba parado varios metros fuera de la celda de la chica. De repente, echó a correr en dirección a ella y por un instante pareció que llegaría hasta la puerta y entraría, pero de pronto su cuerpo golpeó contra algo invisible, el suelo produjo una vibración y luego un crujido de corriente. Ax se sacudió como si acabara de recibir una descarga eléctrica y tras un segundo salió disparado hacia atrás, cayendo de espaldas en el suelo.

No tardó ni un momento en tratar de levantarse del suelo, tembloroso, agitado, con el cabello revuelto, los músculos tensos, la piel enrojecida y la postura algo encorvada como la de un animal que respiraba trabajosamente, pero sobre todo enfadado, muy enfadado.

Sin más, echó a correr para hacer lo mismo.

—¿Qué está haciendo exactamente? —pregunté, desconcertada.

—Quiere llegar hasta la celda de la chica —me respondió Nolan, igual de estupefacto.

—Pero hay un muro eléctrico que se lo impide —agregó Vyd—. No lo vemos, pero cuando él se acerca lo suficiente se activa y lo bloquea.

Era cierto, no se veía ningún muro, nada que bloqueara la llegada hasta las celdas, pero en cuanto Ax pisó el mismo punto de un momento atrás se escuchó el mismo chispeo eléctrico, se sintió la misma vibración y su cuerpo salió disparado hacia atrás otra vez. En esa ocasión golpeó el suelo con una fuerza tal que su espalda pareció rebotar, un golpe que sin dudas habría dejado paralizado a cualquier persona normal.

De todas formas, dio indicios de querer levantarse de nuevo para intentarlo. Y en lo que vi su rostro sudado, su nariz dilatada por la respiración trabajosa, los dientes apretados y la furiosa determinación con la que miraba la celda, entendí un montón de cosas a una velocidad impactante.

El agujero, la pila de generadores averiados, las aberturas en la pared para escalar... ¡Todo adquirió sentido!

Ax había estado allí muchas veces. No, en realidad había estado allí todas las veces que se nos perdía de la casa. Él solo había intentado sacar a la chica de la celda, pero ese muro eléctrico que se activaba con el movimiento no se lo había permitido. Por esa razón él había dañado los generadores en la sala, para tratar de apagarlo, pero no había funcionado porque ninguno de esos le suministraba energía a la trampa que la mantenía atrapada en esa especie de cárcel de laboratorio.

Lo peor era que llevaba tantos intentos fallidos que se notaba que ya no sabía qué hacer. Ax no era tonto como para lastimarse una y otra vez. Él sabía que por más que corriera hacia ella, la electricidad que había en el suelo lo detendría. Simplemente creía que nada más le quedaba actuar sin control, que tratar de atravesar el muro con su fuerza era de sus últimas opciones.

Así que volvió a lanzarse, desesperado y frustrado, pero no iba a lograrlo, porque aunque fuera el número uno o un jodido maestro de las sombras, seguía teniendo un cuerpo capaz de herirse y sangrar.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora