Las razones de un hombre

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MÍA


Colombia 1826

(diario de María José)


Me siento perdida, tres meses de mi vida han pasado en las tinieblas desde ese día. Tres meses en los que mis cartas no le llegaran, en donde no tengo idea donde estará o que estará haciendo, tres meses en los que nuestra vida como la conocíamos se destruyó.

Mi padre, a pesar de sus muchos errores él era un caballero un héroe de guerra, un hombre ejemplar, un hombre que no merecía ese final.

He repasado esa noche mil veces en mi cabeza tratando de analizar cada detalle, pues a pesar de lo que los oficiales han dicho me es simplemente imposible creerlo, mi padre era un jinete experto, cabalgo en muchas batallas y yo misma lo vi galopar mil veces con la más finas de las técnicas, una noche lluviosa no lo tiraría de ese caballo.

Sin duda alguna la peor noche de mi vida. No solo la perdí a ella, también perdí a mi padre, a mi prometido y la vida como la conocía.

Daniela y yo éramos conscientes de que esa noche llegaría pronto, ella se iría a España al día siguiente y estábamos listas para eso, dos años sin vernos. Fue esa noche cuando ella entro en mi habitación como tantas noches más, fuimos una sola alma por milésima vez en esa cama su cuerpo y su ser entero fue mío y yo de ella. Pero esa noche algo cambio.

No tengo claro como ha sucedido como es que se enteraron, pero esa noche alguien revelo nuestro secreto, ¿Quién más pudo haber sido? El único que sabía por habernos visto era el Sargento Rodríguez, no estoy segura de si el hablo o no, puesto que según la información que yo tenía él se encontraba en Cartagena por compromisos con su padre, me lo había dicho la ultima vez que lo vi.

El punto es que alguien alerto al Padre de Daniela, nos encontraron en el único que lugar que era seguro para nosotras, en mi cama en condiciones inapropiadas para ellos y naturales para nosotras.

Recibí golpes esa noche, de mi madre y de mi padre; miradas de odio del padre de Daniela y lo único que me dolían eran las lágrimas cayeron por el rostro de la mujer que amo al ser golpeada con por su padre. Esa noche se la llevaron, a la mitad de una noche con uno de los peores diluvios que yo he presenciado, se la llevaron y no sé si volverá.

Todo lo que pasó después esta confuso en mi cabeza, mi mente solo se concentra en la imagen del coche alejándose en la graba y los caballos que tiraban de el sin detenerse mientras yo gritaba su nombre a sabiendas de que por más que destrozara mi garganta ellos no se detendrían, esa noche mi corazón se fue con ella completamente hecho pedazos.

Pero fue después de eso donde mi vida termino de destruirse, fue como si mi padre estuviera hechizado, recuerdo haber estado gritando el nombre de Daniela arrodillada en el barro con la lluvia mojando mi cuerpo cuando sentí los brazos fuertes de mi padre levantarme sin esfuerzo alguno de lodo y al girarme y verlo a los ojos no vi a mi padre, solo vi un hombre lleno de odio y cegado por la ira.

Golpeó mi rostro en repetidas ocasiones y a mí no me importo, sentí la sangre emanar de mis labios y un dolor punzante en cada golpe, lo que me dolió de verdad fue la mirada de desprecio que posó sobre mi cuando después del último golpe soltó mi cuerpo y me tiró nuevamente en el lodo escupiendo mi rostro.

—padre —logré articular

—no —dijo el haciéndose escuchar sobre la lluvia— tú no eres mi hija.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora