Capítulo 29

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Kyle

Inhalo profundo cuando coloco mi plato sobre la mesa.

El espagueti que he preparado huele delicioso y mi estómago ruge con fuerza.

《Todo saldrá bien... 》

Me siento en la silla junto a mi hermana y enfrente de mi padre. Miro de reojo la silla vacía en donde se supone que debería de estar sentada mamá y no puedo evitar imaginármela mirándome.

¿Debería decírselo frente a mi hermana?

En pleno siglo XXI los niños pequeños entienden más sobre los cambios de las épocas que los propios adultos.

Me relajo, aspirando todo el aire que me es posible aguantar en los pulmones mientras observo cómo mi padre y mi hermana picotean con el tenedor el espagueti y se lo llevan a la boca.

Durante varios minutos así estoy, en la misma posición, hasta que mi padre dice:

—Kyle, no has probado ningún bocado. ¿No vas a probar tu propia comida?

Parpadeo varias veces seguidas hasta que me estabilizo.

—Sí. Me quedé pensando en unas cosas.

—¿Qué cosas?

《Okey, llegó el momento. Saca el tema a conversar y después confiésalo. 》

Me llevo un trozo de espagueti a la boca y después me sirvo jugo de naranja en un vaso. Le sirvo a mi hermana y a mi papá también.

—¿Entonces?

Mi mirada se centra en los vasos de vidrio pintados de color amarillo con anaranjado por causa del jugo que hay en su interior.

Respiro hondo y lo suelto.

—¿Estás a favor o en contra de la homosexualidad?

Al parecer mi tema de conversación lo confunde porque se me queda viendo con el ceño fruncido mientras desvía su mirada de mí hacia Ayla, y viceversa. Mis ojos se centran en su barba incipiente, los pequeños pelos que se comienzan a tornar blancos hacen acto de presencia en su rostro. Su mirada me incomoda un poco cuando mis ojos se encuentran con los suyos y no tengo ni la menor idea de hacia dónde mirar. Tras varios minutos callado, sin volver a comer del espagueti, se aclara la garganta, toma un sorbo de su jugo de naranja y se relame los labios.

Todo mi cuerpo está ansioso hacia su respuesta.

—Pues me da igual.

¿De verdad? ¿Enserio estuve muriéndome de miedo todo el día para que me saliera con una respuesta así? Sin parpadear, me vuelvo a encontrar con sus ojos y su mirada me perfora hasta el alma.

—Aunque —dice tomando el tenedor—, no quisiera que uno de mis hijos resultara homosexual o lesbiana. Pero en todo caso que así sea, yo siempre los apoyaré incondicionalmente.

Extiende ambas manos y nos toma de la barbilla a mi hermana y a mí.

—Sea cual sea su decisión, yo los querré tal cual.

—Papá...

—¿Sí? —Ladea la cabeza en mi dirección y siento la diminuta mirada de mi hermana centrarse en mí. Solo en mí.

—¿Puedo contarte algo?

—Claro.

De repente, siento un nudo en la garganta que me comienza a consumir poco a poco, haciendo que mis ojos ardan y se me seque la garganta.

Me reacomodo en la silla y respiro profundo para evitar que esto que siento aumente de volumen.

—Llevo vario tiempo queriéndote decir esto, y la verdad es que nunca tuve el valor de hacerlo hasta el día de hoy —se me escapa un sollozo de los labios—. Pero primero quiero pedirte perdón por no ser el hijo que tú hubieras querido que fuera, por no saber estar como hijo y como amigo desde que mi madre murió. Perdóname por todas las veces en las que te hice enojar. Perdóname por todo, pero ya no podía seguir guardando esta verdad que tanto me quema. Es como fuego que va arrasando mi piel, mis venas, mis músculos, todo —otro sollozo es la palanca para que las lágrimas salgan de mis ojos—. Perdóname por eso y por todo lo demás en lo que te he fallado, pero quiero que sepas que así soy y siempre seré así.

—¿Pasa algo? —Murmura arqueando las cejas.

—Soy gay.

Y, entonces, me derrumbo en miles de pedazos.

Si mi mamá estuviera aquí todo sería más fácil...

Donde las estrellas tocan el corazón (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora