04: ¡Examen de supervivencia!

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—Uhm... ¿Dónde estará nuestro sensei? —preguntó angustiada Sakura, ya por enésima vez.

Su vocecita me está empezando a colmar la paciencia, si es que ya no lo ha hecho.

—Se le hizo tarde —dijo Naruto, ya por enésima vez también.

No dejaban de hablar y quejarse, no ayudaban con el mal humor que había quedado dentro de mí luego de salir de la Mansión Hokage.

—Es un jounin, tendrá cosas que hacer. Cállense un rato —gruñí.

—¡Pero nosotros somos su equipo! —chilló Sakura.

—¿Quieres que te ponga bajo genjutsu otra vez? —pregunté con tono de voz violento.

Sakura me miró con enfado, cruzó sus brazos sobre su pecho y volteó en dirección contraria a mí.

—Ya verá. —Naruto cogió el borrador de la pizarra y lo puso en la puerta de tal forma que cuando alguien abriera la puerta para entrar, le cayera el borrador encima—. ¡Un regalito por llegar tarde!

—Él no caerá: es un jounin, el máximo nivel. No hay forma de que un jounin pueda caer en tal trampa de juego de niños tontos —dijo Sasuke, con tono sombrío.

—Sasuke tiene razón —apoyó Sakura.

—Naruto, ese borrador está casi limpio. —Agarré una tiza y comencé a pasarla por toda la pizarra con movimientos enérgicos, casi desquitando mi rabia y pena con la tiza. —Pásame el borrador.

—Oh, Hanako-chan, no había pensado en eso.

Muy risueño, Naruto sacó el borrador de la puerta y me lo dio. Por sobre todas las partes dónde había pasado la tiza, pasé el borrador. Cuando terminé con mi tarea, el borrador estaba completamente blanco por los restos de tiza y cargado de mugre.

—Dios los cría y ellos se juntan —dijo Sasuke, mirándonos con poco interés.

—Ay, ya cállate —le dijo Naruto, tomando el borrador de mis manos y volviendo a colocarlo en la puerta. —Jiji, ahora solo falta esperar —dijo, sonriendo malévolamente.

Mientras esperaba a que nuestro nuevo sensei llegara, me di cuenta de que ya no estaba tan enfada y triste como hace media hora atrás.

La puerta se abrió, y tras eso, la broma de Naruto resultó ser exitosa. El hombre que había entrado a la sala se quedóde pie sin mover ni un músculo, con el cabello lleno de polvo de tiza.

Naruto comenzó a reír y yo junto con él.

—¡Le di, le di! ¡Les dije, cayó redondito! —comenzó a burlarse.

—Lo siento muchísimo, sensei, yo le dije que no lo hiciera pero él nunca escucha, yo jamás haría algo como eso. Y sensei, permítame que le diga que la broma fue aún peor porque Hanako se encargó de ensuciar el borrador.

—Aish, ¿te pagan por sapa?

El hombre alto y de cabello gris que sería nuestro sensei nos quedó mirando fijamente por un rato.

—Mi primera impresión sobre ustedes... —comenzó, y se inclinó un poco hacia nosotros—. Son una bola de idiotas.

—Usted no es muy inteligente que digamos, ¿no? Después de todo, cayó en la broma de Naruto —dije.

Él suspiró con resignación.

—Bien, bola de idiotas, síganme.


—Empecemos con las presentaciones —habló nuestro sensei para luego sentarse en una de las barandillas de la aldea.

—¿Presentaciones? ¿Qué quiere decir con eso? —cuestionó Sakura.

La última UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora