Palabras y vacío

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Palabras y Vacío

...

Ahora además de preocupación, la culpa se discutía una amarga carrera en su psiquis, ya que el remordimiento de ver llorar a Lynn, la más dura de sus hermanas, le daba demasiado pesar. Y qué decir de Lincoln, su querido hermano estaba al borde de las lágrimas sosteniendo su delgado y desnudo cuerpo, pensando que ella podría morir y que tal vez se quería suicidar. Ahora mismo el que la torturaran por leer "La Princesa Pony" no significaría nada, pensaba que podía soportar las burlas, sin embargo, el rechazo y desconcierto de sus hermanas dolía todavía más. En un momento se olvidaba de su guija, de que podía ver a los "amigos imaginarios de Lily" y de que probablemente estaba rozando el cielo—o el infierno—antes de que Lincoln la sacara del agua e interrumpiera la conversación con su amigo muerto. Todos le tuvieron suficiente paciencia, más Lincoln, y no quería saber en qué momento se le agotaría y comenzaría a verla como una completa extraña. Un bicho raro, como la habían llamado otras veces.

Miró por la ventana, el desorden causado por sus compañeros no le molestaba, quedaba como un seco murmullo en el anochecer de verano, nada más que ruido blanco. Las hojas de los árboles caían, diciéndole que el frío se acercaba, y más que el frío, su época favorita del año. Halloween. Siempre, después de su "maratón de dulces en familia", Lincoln guardaba la mitad de su botín y ella hacía lo mismo para luego subir al techo y devorarlos a solas. Miró al frente, tenían instrucciones de terminar los ejercicios de las páginas 120-140, ya iba a la mitad y la hora casi terminaba, así que cerró su libro y miró atentamente el paisaje otoñal, recordando con cierta nostalgia cómo fue que se acercó tanto a su hermano.

...

—Se trata de un caso normal de depresión—dijo el psicólogo.

— ¿Le parece normal que una niña de su edad esté tan deprimida? —preguntó su madre con cierta molestia.

Lucy escuchaba todo desde una banca afuera del consultorio del Doctor Rogers, seguía temblando, lloró demasiado en esa sesión y parecía no querer dejar de hacerlo en un buen rato. Aguzó el oído.

—He visto casos como estos otras veces. Hay que prestarle atención especial, pues también puede sufrir alguna clase de abuso en la escuela, por sus compañeros o profesores ¿Han notado algún patrón de aislamiento o rechazo hacia la escuela? Esas son señales inequívocas del abuso escolar.

—Ella es muy antisocial—dijo su padre susurrando, luego alzó la voz—. Nunca nos ha dicho que no quiera ir, siempre acude y va muy bien, sus notas son normales.

—Los niños siempre nos guardan algo, señor Loud, como padre puedo asegurarle eso.

— ¿Estará bien, doctor?

—Denle un tiempo, mejorará poco a poco. Como he dicho, es un simple patrón de culpa, eso del abuso escolar es porque normalmente niños como Lucy son como un pequeño barril de pólvora, esperando una pequeña chispa para explotar en un segundo. En su caso, tal vez fue la muerte de su amigo Martin. Eso, junto al rechazo de sus compañeros, puede estar originando sus pesadillas, en otras circunstancias suelen ser el divorcio de sus padres, aunque estoy divagando. Llévenla a casa y vigílenla.

—Gracias, doctor.

Sus padres salieron del consultorio, no satisfechos, aunque sí más aliviados. No era el caso de Lucy, que simplemente se secaba las lágrimas esperando no ser una carga para su familia. Durante el viaje en coche trataron de animarla, diciendo que podían entrar al cine y ver una película, la que ella quisiera, o que comprarían un galón completo de helado, su favorito. En otra ocasión, como siempre, ella lo hubiera aceptado más que feliz, incluso quisieron comprarle un nuevo libro de su escritora predilecta. Todo ello significaba alargar más el viaje, y lo que más quería en ese momento era dormirse solamente, para dejar de sentirse tan miserable.

SueñosWhere stories live. Discover now