33

216 56 49
                                    

Me sentía totalmente inexperto con esta sensación en mi garganta, como si alguien estuviera sujetando una cuerda alrededor de mi laringe para para estrujar mis cuerdas vocales. Ni tragando saliva más veces de las necesarias se borraba.

Busqué toser pero sólo logré ahora sí sufrir un ataque de tos. Aplausos para mí.

—Estás nervioso —no era una pregunta, ¿acaso los humanos también podían oler las emociones? No, no eran tan inteligentes—. ¿Por qué estás nervioso?

Había tantas respuestas, pero ninguna parecía abarcarlo todo.

—Tengo que contarles un secreto —cerré los ojos, aterrado por cuál sería su reacción.

Escuché ruido de alguien acomodándose, y cuando miré, la joven estaba mirándome.

—Bueno, en ese caso deberías saber nuestros nombres —ella sonrió—. Yo soy Elba y él es Lázaro.

—Pero todos me dicen Lazo.

Sonreí, estos humanos me caían cada vez mejor.

—Elba, Lazo, un placer.

Cómo morir y no iniciar una guerra en el intentoWhere stories live. Discover now