VII

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Buenas preciosuras, estaba sin internet durante estas semanas, pero al fin ya se me establecio. Vamos a ver cuanto me dura *insertar emoji de los ojitos volteados*, en fin, espero les guste este capítulo, aunque lo sentí algo flojo. Pero los proximos espero tenerlos con más acción. (De todo tipo), además, el celo de Sasuke se acerca... ¿Que pasara? *inserte risa perversa*.

¡Gracias por sus comentarios, son las mejores!

Sin más, ¡A leer!

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Sasuke se había encerrado el resto del día en su habitación temporal. Todas las emociones vividas en los últimos días estaban haciendo mella en él.

Sentía a su omega removiéndose en su interior, tratando de llamar a Alfa que se encontraba cerca. Su celo estaba por llegar, calculaba que dos días, tres como máximo. Necesitaba con urgencia sus supresores especiales. No podía permitir que las cosas con Naruto pasaran a mayores. Debía mantener el control. Había escuchado rumores, de omegas acoplados. El cómo se les hacía difícil mantenerse lejos de sus Alfas, lo necesitados de atención y afecto que se encontraban la mayoría. Lo débil que se encontraban frente a la voz. Lo perdidos que estaba en sus celos, sin su compañero.

Sasuke no necesitaba nada de eso.

Había vivido la mayor parte de su vida, odiando su lado animal. Ese lado Omega, que más que una bendición, Sasuke la veía como una maldición. Probablemente, su odio hacia su lado animal empezó el día de la muerte de sus padres. El mismo día en el que su pesadilla empezó, su primer celo había llegado. Su madre, tan comprensiva, lo había enviado a la casa de su abuela, para que esta le brindara la ayuda necesaria durante esos espantosos cinco días. Nunca se pregunto a si mismo porque su madre no lo atendió ella misma.

Sasuke fácilmente podía recordar, el ligero aroma agrio de la irritación que su madre tenía en esos días. Así que no discutió, se fue a casa de su abuela, mientras sus padres fueron asesinados más tarde esa noche.

Nunca se lo había perdonado. Viéndolo desde un punto de vista lógico, si hubiera estado presente, tampoco hubiera sido de mucha ayuda, era un Omega presentando su primer celo, tenía solo once años, un niño, ¿Qué hubiera podido hacer él?

«Me hubiera gustado morir con ellos», pensó.

Sin embargo, nada fue así. Desde ese día, todo fue en picada. Traiciones, mentiras, toda una maraya maliciosa se había tejido entre sus familiares. Lo último que recordaba, era a su abuela, llevándolo hacía un país desconocido, dejándolo a su suerte, sin nada más que unas palabras.

―Tu hermano, pequeño mío ―había susurrado su abuela con suavidad―. Él sabe la verdad. Él es la razón de todo. Fue el detonante.

¿El detonante? ¿De qué? Habían tantas preguntas en su interior, que Sasuke no se sorprendería sin un día empezaba a soltarlas a los cuatro vientos. Durante mucho tiempo vivió privaciones, desde buenas experiencias, hasta las peores, nada era estable. Sólo había una cosa en Sasuke que nunca cambió.

Itachi.

Encontrar a su hermano siempre fue una prioridad para él.

La necesidad de conocer toda la verdad, de golpearlo hasta que le sangraran los nudillos, era un sentimiento tan arraigado en él, que no podía arrancárselo.

¿Cómo pudo abandonarlo? ¿Fue, él, el motivo por que el que mataron a sus padres? ¿A sus parientes?

No podía permitir que su prioridad cambiara. No por Naruto, ni por nadie. Tenía que ser fuerte, rechazar al destino.

FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora