Capítulo 24

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— ¡Joder! Ya sabía yo que no debería haber aceptado... – Se lamentó Natalia. — El muy cabrón lo tenía todo pensado.

El lápiz repiqueteaba sin parar encima de aquella hoja en blanco.

Miki le había pedido que ya que había aceptado como vocalista, que compusiera alguna letra para poder decir que tenían algo original.

"Tú eres la que tiene más inteligencia emocional, haz un buen trabajo."

Pero que puta chorrada de argumento. Lo que quería era tirarle el muerto encima y ya está.

¡Estaba claro que ella tenía escasa inteligencia emocional!

Que se lo preguntaran a Alba si no la creían.

— Nat, no llevas ni diez minutos... – Le reprendió Alba, tumbada en la cama.

Natalia giró la silla del escritorio para encararla.

— Creo que eres consciente de lo mucho que me cuesta poner sentimientos en palabras. – Chasqueó su lengua. — No debería haber aceptado, yo no valgo para esto.

— No digas eso tonta, si cantas super bien.

— ¡Pero no sé componer! – Bufó. — Lo que me faltaba para ponerme más nerviosa...

— Deja de ponerte nerviosa, anda. – Se levantó de la cama y se sentó encima de las piernas de Natalia. — Sólo necesitas inspiración.

— ¿Y eso no se supone que viene solo? – Murmuró con la vista en los labios de Alba, mientras deslizaba sus manos por sus piernas suaves y desnudas.

Alba le levantó su mirada cuando posó una mano en su perfilada mandíbula.

— Sí, viene solo, pero podríamos ayudar a que apareciera. – Susurró con insinuación.

— ¿Y qué sugieres? – Deslizó su mano hasta aquellos pequeños pantalones cortos de pijama.

Alba cambió de posición y se sentó a horcajadas encima de su amiga. Su oscurecida mirada dejaba bien claro qué era lo que sugería.

— Pues que necesitas relajarte y dejar de forzar esa cabecita bonita que tienes. – Dijo mientras tiraba del filo de su camiseta.

Natalia levantó sus brazos y dejó que deslizara aquella prenda fuera de su cuerpo.

El frío de la estancia le golpeó en su torso desnudo, pero en cuanto Alba se desnudo de cintura para arriba también y presionó sus cuerpos, volvió a encontrar calor.

Ninguna de las dos llevaba sujetador.

Las pequeñas manos de Alba trazando lineas en la piel de su espalda, de aquella manera tan cariñosa, le erizó la piel.

— Te quiero mucho... – Suspiró en la piel de su cuello y sintió a Alba sonreír.

— Yo a ti más.

— No.

— Sí.

— Hazme el amor.

Alba se apartó de su cuello para clavar sus ojos llenos de emoción en aquella chica.

Le había pedido que le hiciera el amor de la manera más pura que había escuchado jamás.

Y pensaba hacérselo.

— ¿Quieres que te haga el amor? – Preguntó mientras colaba una mano entre sus cuerpos, para perderse bajo el fino pantalón de Natalia.

Ante el leve contacto por encima de sus bragas, la más alta entreabrió la boca para soltar un suspiro.

Reciprocation - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora