XXII

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Los dos habían regresado a México al día siguiente por el evento de Sprite.

—Gabriel me contó un poco, me imagino que tú también estarás.

—Sí, yo siempre he participado —le dijo Sebastián por teléfono.

—Entonces ya regresarás a México.

—Lo haré en dos días —hubo un silencio en donde él revisó la hora—. Ya es tarde, mejor hablamos mañana, descanse.

—Estaba apunto de hacerlo, necesitaba escucharte antes de dormir.

Se escuchó una risa tierna por parte de él. —Le hablo mañana.

—Oye... —dijo ya cubriéndose en su cama.

—Dígame.

—Te adoro, descansa.

—La amo, Valery; sueñe bonito ¿oyó?

Valeria cerró los ojos mientras dejaba el celular en su mesita de noche.

—¿Ya estás dormida? —Luis preguntó estando en su ventana, Valeria no se sorprendió.

—Ya veo que nunca dejarás de entrar por ahí, tendré que ponerte una escalera —dijo sentándose y encendiendo su lámpara de mesa.

—¿A que hora llegaste?

—Tarde, a las ocho.

—Debimos salir más temprano de allá, ya era tarde cuando nos fuimos.

—Acuéstate a mi lado, quédate esta noche conmigo.

Luis sonrió arrugando sus labios, pero negó.

—Quiero llevarte a un lugar.

—¿Qué? No, quedémonos aquí.

—Por favor...

—Luis, son casi las nueve, estoy cansada.

—Quiero mostrarte algo.

Ella suspiró. —Está bien.

☁︎☁︎☁︎

—¿Dónde estamos? —Valeria preguntó viendo una fachada naranja.

—Pues... aquí vivía con el crew.

—¿De verdad? —ella sonrió regresandole la mirada. Luis no la vio, sonreía melancólico viendo el lugar.

—Sí... no sé si has platicado con Gabriel sobre esto, pero quiero que lo sepas —dijo regresandole la mirada.

—¿Entonces me traes aquí por una historia?

—Quería que vieras el lugar.

—Luis... nos pueden ver juntos.

Ella miró hacia todas partes, pero no había nadie. Las calles estaba solas con un gélido viento, y las luces exteriores iluminaban el vecindario.

—Tranquila —Luis le susurró al oído —nadie se dará cuenta.

—Eres muy tonto aveces, me cuesta confiar en ti —Valeria se alejó de él, pero no estaba molesta.

—¿No te sientes segura conmigo?

—Sí... es solo que no quiero que nadie... sepa —decidió decir.

—¿Por qué? —dijo con una pequeña sonrisa mientras la miraba a los ojos.

—¿Cómo que por qué? Esto no está bien.

—¿Estar enamorados está mal para ti?

—No... —dijo bajando la mirada —pero, yo... yo no quiero que nadie arruine lo que tenemos.

Arrebol del Atardecer #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora