Energía

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Colombia 1984


Sonreí como una tonta cuando terminé de leer esa entrada del diario de María José, sonreí al saber que ella había regresado, al saber que estuvieron juntas después de todo lo que ocurrió entre ella, al saber que vivieron como debían vivir al menos esa noche en la que hoy después de ciento cincuenta años en mi habitación.

Quise saber que ocurrió después, pero ese diario ya no tenia nada escrito. Sabia que era el último de todos ellos y no había nada más en él, ni un pensamiento más, no había nada. No podía quedarme así necesitaba conocer que había pasado con ellas, de pronto recordé lo que mi abuela había dicho sobre un diario que perteneció a mi tátara abuela.

Sin pensarlo dos veces corrí hasta la habitación que había sido de mi abuela en búsqueda de lo que estaba segura aclararía todas mis dudas.

Me detuve justo frente a la puerta de su habitación un par de segundos, no había entrado a ese lugar desde que ella durmió ahí por ultima vez, sabía que al entrar mi corazón se arrugaría y aun así después de respirar hondo varias veces coloqué mi mano en la perilla abriendo esa habitación.

La primera punzada en el corazón llegó tan pronto la puerta se abrió y el olor del perfume de mi abuela invadió mis fosas nasales, toda la habitación olía a ella, su cama estaba perfectamente hecha, sus medicinas en la mesa de noche justo al lado de sus lentes de sol y su biblia sobre la cual posaba un rosario con el cual ella solía rezar todas las noches.

Sentí un nudo en la garganta y aun así entre a la habitación, no sabia por donde empezar a buscar ese libro o libros o lo que fuera, mi abuela había dicho que se lo había dado a María José solo que eso era muy confuso y según yo ese debería estar por aquí.

Comencé a buscar primero en la mesa de noche tratando de no mover demasiado las cosas de mi abuela, busqué debajo de su cama, en el armario, los cajones y no encontré nada interesante, recordé que a mi abuela le gustaba pasar tiempo en la biblioteca y pensé que probablemente ella dejó el diario por ahí así que salí prácticamente corriendo de ese lugar hasta la biblioteca.

Esperaba encontrar vacío el lugar, pero no. Mi padre estaba sentado en la silla que solía usar mi abuela al leer cerca de la ventana, tenía una fotografía en la mano y al levantar la vista vi sus ojos rojos junto con una triste sonrisa.

—hola princesa —susurró— estaba... yo

—lo sé —comenté acercándome a tomar su mano, me extendió la fotografía era de mi madre y mi abuela en una de las pocas fotografías que tenían juntas.

—tengo algo para ti —dijo de pronto

—¿para mí? —

—si —dijo poniéndose de pie y caminando hasta el que funcionaba como su escritorio la mayor parte del tiempo— Pedí a Ana me ayudara en esto.

Sacó una caja con un montón de carpetas y sobres, me acerqué a observarlo, eran folletos y solicitudes de inscripción en diferentes universidades de Estados Unidos, había dejado de lado en las últimas semanas la cuestión de mi futuro.

—¿Qué es todo esto papá? —

—es tu futuro amor —respondió el— eres mi niña y justo ahora eres lo único que me queda, pero comprendí que por mas que yo quiera amarrarte a mi algún momento te tendrás que ir, quiero que vueles y ser yo quien te dé el empujón.

—pa...yo —

—ven aquí —me invitó a sentarme junto a él— tenemos mucho que analizar si queremos que inicies clases el próximo otoño.

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora