Tres

2K 269 136
                                    

   Según las hipótesis de Tony, la única razón por la que los diarios se seguían imprimiendo, era porque Steve era el único ser en la tierra que los compraba. El rubio salía a correr todas las mañanas, cuando volvía a su casa compraba algún diario y lo leía mientras tomaban el desayuno en familia luego de que se hubiera bañado.

  De soltero, Tony acostumbraba a tener sus propios horarios, es decir: comía, dormía y hacía lo que quería, cuando quería; pero al formar una familia con dos monstruos que adoraban despertarse temprano y ser productivos desde la mañana, había ajustado su reloj para que coincidiera con el de ellos.

  Era así como todas las mañanas, los tres tomaban el desayuno juntos, como ese sábado, cuando Morgan tenía 7 años recién cumplidos. Ella disfrutaba de sus últimas semanas de vacaciones antes de comenzar 2do grado de la primaria, y Steve ojeaba el periódico.

  —En los cines van a hacer, durante la semana, una proyección de clásicos animados— comentó Steve, para luego agregar mientras chillaba como niño pequeño— ¡Van a pasar "Pinocho"!

  Morgan rió entre dientes, mientras su papá Tony  revoleaba los ojos.

  —¡Hey! ¿Qué te pasa con "Pinocho"?— le preguntó Steve, a la defensiva.

  —Es una película horrible— dijo Tony, descaradamente.

  —¿Cómo vas a decir eso? Es muy bella.

  —¡Gepetto lo mandó solo a la escuela cuando solo tenía un día de vida! Lo mandó a la muerte.

  —¡Shhhh! ¡Spoiler Alert!

  Morgan simplemente reía, ante la tonta discusión de sus padres, mientras seguía comiendo su desayuno.

  —Princesa ¿Nunca viste "Pinocho"?— le preguntó dulcemente Steve, como siempre la trataba.

  —No, nunca.

  —Listo, organizado: vamos a llevarte hoy por la tarde a verla.

  Morgan se emocionó y levantó sus brazos, pero Tony se quejó.

  —¿No hay alguna otra cosa para ver?

  —Misión imposible 14 y Rápidos y Furiosos 45...

  —Bueno, está bien...

  Morgan se bañó sola, se peinó sola y, ahora, le tocaba vestirse sola, con la única indicación de que recordara que era verano y hacía mucho calor.

  En ropa interior, abrió su armario, buscando algo apropiado, pero no creía encontrarlo. El verano era la época que más odiaba: era cuando no tenía excusa para no usar vestidos y se veía obligada a llevar una maya con parte de arriba y cuya parte de abajo era muy pequeña.

  No podía ponerse pantalón largo, sus padres le dirían que hacía calor, y no podía ponerse un vestido, odiaba verse así.

  Tomó un short de jean que, según ella, sería mejor si le llegara por las rodillas, pero era lo que tenía, y una remera holgada con un dinosaurio verde, estaba perfecta, según ella.

  Pero para sus padres no.

  —Princesa, es muy vieja esa ropa— le dijo Steve.

  —Vení, nosotros te elegimos algo.

  Y fue así como, de todas formas, terminó enfundada en un vestido verde y con dos hebillas a cada lado de su cabeza.

  Steve le dejó unos zapatos de abrojo blanco con la orden de que se los pusiera mientras ellos terminaban de organizar las cosas, y así cumplió ella.

  Completamente vestida, fue a verse al espejo, y se odió mucho. No le gustaba usar vestidos, tampoco zapatitos y mucho menos hebillas. Quería ponerse un pantalón, como sus padres; una camisa, como sus padres; y tener el cabello corto, como sus padres o cualquier otro varón. Pero ésto último ya se los había pedido y había terminado con el pelo por los hombros. Parecía que ellos no entendían lo que quería.

  Apartó la vista del espejo y se encaminó al living, con la extraña sensación de que no era ella la que estaba viviendo todo eso, como que había algo que no estaba bien consigo misma. Un sentimiento que venía bastante seguido, invadiéndolo... digo, invadiéndola.

  Pero de todas formas se dirigió con una sonrisa al cine, porque nada la ponía más feliz que pasar tiempo con sus padres. Aunque eso significara que habría miles de fanáticos y periodistas, filmando y haciendo preguntas.

  Lograron comprar las entradas y ver tranquilos la película mientras comían pochoclos .

  Tony casi se quedó dormido, Steve recordó con un sabor amargo su vida en los 40's, y Morgan, al contrario de lo que esperaban, quedó fascinada con la película.

  La estética le parecía hermosa la historia era muy divertida y, por sobre todo, amaba a Pinocho, lo sentía muy cercano a ella. Lo entendía, lo apreciaba y admiraba.

  Tal fue su fascinación con el personaje y la película, que cada vez que podía repetía la frase: "Quiero ser un niño de verdad", con la esperanza de que el hada azul lo escuchara y le cumpliera el sueño.

-----------------------

Wenaaaas, ya volví, yupiiii

En teoría y pese a que no tenía celular, iba a seguir publicando ésto sin problema, pero bueno, ayer no se pudo.

Mejor tarde que nunca, vivo por esa frase, es mi religión (?

¡No se olviden de seguirme en Instagram! Soy mucho más activa ahí :3

Estoy como: starsjust.forme, pero igual está el link en mi perfil ;)))))

-StarsJustForMe-

Peter es un Niño de Verdad [Trans!Peter]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant