XLVI.

5.2K 232 30
                                    

Pisé el suelo de Madrid por el mediodía pero teniendo en cuenta todo lo que tenía por hacer, no tuve demasiado tiempo libre. Aunque me escapé un rato para estar con Julia y Sabela, quienes estaban por ahí tomando algo y me insistieron en que me acercara. Las tuve que dejar cuando la hora de Alba de estar más libre por el museo antes de que saliera definitivamente para ponerme rumbo hacia allí. 

La enorme sonrisa que tengo en mi cara puede verse posiblemente a cinco kilómetros a la redonda. Casi que corro hacia la puerta del museo aunque me freno en seco para tomar una fuerte bocanada de aire, para recomponerme y para no parecer una loca entrando en un lugar así. 

Localizo fácilmente a la rubia, que viste elegante pero casual, a su vez, con aquel vestido negro ajustado que encaja perfecto en sus curvas. Tiene una raja en un costado, dejando ver parte de su pierna, sin llegar a ser insinuante pero que atrapa de alguna manera. Unos aros plateados enormes, sus labios granates... y lo rebelde que tiene el pelo me flipa.

Más, lo que llama mi atención es como una muchacha de cabello hasta los hombros, castaña tirando para rubia, se acerca hasta ella con toda la confianza del mundo. Pasa uno de sus brazos por encima de sus hombros y, la rubia, lejos de incomodarse, sonríe abiertamente y pasa su brazo por la espalda, agarrándola de la cintura y reclinándose ligeramente en su costado. Hablan bastante animadas y esa chica se acerca demasiado para susurrarle algo al oído. 

Puedo escuchar a Alba reír desde mi posición. 

Intento no rayarme. Y camino, sacando a fantasmas de mi pasado de mi cabeza pero me detengo de nuevo cuando el rostro de él se aparece a unos metros de mí. Camina hacia ellas dos y les habla; no sé que dice, no puedo procesar que esté aquí. 

Mierda, ¿por qué nadie me ha avisado de que estaba aquí?

Carraspeo y trato de actuar con normalidad. 

Sin embargo, noto como los ojos de Alba, chocan conmigo de pronto. Se separa rápidamente de la joven para acelerar sus paso hacía a mi, con esa sonrisa que siento y noto que sólo tiene para mí junto con la mirada más bonita que puede tener. 

Correspondo a la sonrisa, despejando cualquier posible duda que mi cabeza pudiera estar lanzando a mi cerebro y rompo con la poca distancia, agachándome y recibiendo su abrazo con las ganas más grande del mundo. Sus brazos me rodean el cuello y la pego a mi por la cintura. Hundo mi rostro en su cuello y la respiro; me calma su aroma, su perfume. Ella, simplemente.

—Hola— me susurra bajito hundiendo sus dedos en mis finas ebras y dejando suaves caricias en mi cuero cabelludo. 

—Holi— musito dejando besos en su mejilla antes de separarme. 

Me recoge con cuidado el rostro entre sus finas y suaves manos, para atraerme hacia ella al tiempo que se pone de puntillas, para dejar varios besos en mis mejillas. 

—Qué guapa vienes, cabrona.

Me echo a reír y me encojo de hombros.

Para guapa ella. Que a su lado soy un ser normalito; con mis pantalones de rayas blanco y negro y una camiseta blanca con las letras "Yo si te creo" junto con manos que se alzan.

—Qué va.

—Sí. El guapo hoy subidísimo.

—Eso es porque no te estás viendo, Alba Reche. Estás impresionante.

Parece que va a decirme algo pero unas voces nos sacan de nuestro pequeño momento. Parpadeo y elevo mis ojos hacia aquellas dos personas. 

—Tú eres Natalia, ¿verdad?— me pregunta la joven que antes parecía estar en confianza con Alba. 

never really over | albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora