V.4

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― Te has equivocado de vocación, Duendecillo, deberías haber sido chef ― comentó Kara mientras las dos mujeres se sentaban en sus familiares huecos del sofá.

― He pensado mucho en ello, últimamente ― respondió Lena.

Kara sabía que se refería a su dificultad actual para expresar sus pensamientos y plasmarlos en el papel. Ambas mujeres estaban en medio de un largo sofá color crema, sentadas una frente a la otra. Lena tenía su cabeza sujeta por su brazo contra el respaldo del sofá, mientras la cabeza de Kara se apoyaba en la palma de su mano.

― Me ha sorprendido que dejaras a Jess el coche ― dijo Lena, cambiando de tema.

― Bueno, está siendo muy buena en lo mantenerse limpia. Simplemente pensé que mostrarle un poco de confianza en ella era un buen paso.

― Y ella te llamó ‘Kay’. Admítelo Danvers... te encanta cuando te llama así ― bromeó Lena.

Una avergonzada sonrisa cruzó el rostro de la artista y ésta asintió.

― Cierto.

― Lo siento, Jirafa.

― ¿Por qué?

― Por no dejar que estuvieras más en la vida de Jessica. Hubieras sido buena para ella.

Kara ofreció una pequeña y lenta sonrisa a la mujer que estaba sentada frente a ella y le retiró unos brillantes mechones de pelo de sus ojos. Lena cerró sus párpados ligeramente ante el tacto de la rubia.

Un millón de preguntas llegaron a la mente de Kara al darse cuenta del gesto. Su mente pensaba algo más desde la afirmación de Lena de que sabía lo que era besar a una mujer que no fuera Kara. Su pasado afloró ante los ojos de sus recuerdos y se preguntó qué otras cosas se guardaba Lena. ‘¿Qué otros secretos escondes, Duendecillo?’

Había cogido la manera en que Lena la mirada a veces y no parecía que hubiera nada más que amistad en sus ojos... ¿no? Cuando se tocaron, nada en su reacción fue más intenso, ¿verdad? ¿Soy yo la que se está montando esta película o existe algo más? ¿Es posible que haya escondido mis sentimientos por ti tan bien que nunca hayas pensado que tuvieras una oportunidad?

― ¿Por qué te fuiste? ― se encontró Kara preguntando de repente.

― ¿Qué? ― Los verdes ojos de Lena parecían abrirse ante la pregunta. Era muy inesperada.

― Yo...

Kara rápidamente alzó la punta de sus dedos y cubrió los labios de Lena. ― Por favor, no me digas que fue porque conociste a alguien, porque no creo que sea verdad. ¿Lo es?

Lena la miró como si fuera a salir corriendo de la habitación. Kara reconoció la expresión de terror y movió sus dedos para acariciar tiernamente las mejillas de la morena. Después apoyó su mano sobre la de Lena, que descansaba sobre su muslo.

Lena bajó la mirada a la mano que cubría la suya y de pronto se sintió terriblemente cansada. Cansada de guardar sus sentimientos y de cubrir la verdad. Sentía que le tomaba demasiada de su energía mantener esa presunción y comenzó a preguntarse por qué lo hizo. Kara ya le había prometido que siempre serían amigas, pasara lo que pasara. ‘Apuesto a que nunca imaginaste que te diría esto cuando me lo preguntases, Jirafa’.

Después de unos largos momentos, Lena alzó una mirada colmada de lágrimas y casi enmudeció al perderse en el azul de la mirada que tenía frente a sí. Aquellos ojos contenían tanto amor y preocupación que Lena supo que tenía que decir la verdad. Negó con la cabeza en respuesta a la pregunta de la artista.

― No, no es la verdad ― dijo Lena.

La mano de Kara se alzó y cubrió la mejilla de Lena con su palma. ― ¿Entonces ¿Por qué, Len? ¿Es por algo que hice?

― No ― respondió la escritora rápidamente mientras sus húmedas lágrimas rodaban por sus mejillas y por la mano de la artista. ― No fue algo que tú hiciste, es algo tú hubieras hecho.

La confusa expresión del rostro de Kara hizo que Lena intentara explicarse.

― Lo habías dado todo por nosotras. Habrías pasado el resto de tu vida cuidando de Jess y de mí. Sin citas, sin pareja, nunca intentaste tener tu propia vida...

― Cariño, Jess y tú eran mi vida. Pensaba que éramos una familia ― interpuso Kara secando las lágrimas con su pulgar.

― Te merecías tener tu propia familia, una relación con una mujer que pudiera ser tu pareja. Sabía que no me querías de ese modo, pero te habrías quedado, simplemente por cuidarnos. No podía dejar que perdieras esa parte de tu vida. No habría sido justo. Sólo sería una egoísta al tratar de quedarme contigo.

Kara se recuperó de la sincera afirmación de su amiga. ― ¿Que no te quería de esa manera? ― susurró casi a sí misma.

Lo que ordenó el lío que bullía en la mente de Kara fue lo dicho por su madre esa mañana.

Hay cosas en la vida por las que merece la pena arriesgarse.

Mientras se repetía silenciosamente esas palabras, pudo ver porqué su padre habría querido que ella aprendiera esa máxima. él vivió por esas palabras. Jeremiah Danvers sabía que cada rato que estaba en un avión, él había tomado la decisión de que tal vez no volvería. Aun conociendo ese riesgo, seguía volando. Amaba volar. No más que a su mujer o a su hija, pero era una parte de él, como el arte de Kara lo era para ella. Su padre creía que era lo suficientemente importante como para arriesgarlo todo por ello. Para él no hacerlo hubiera sido no ser él.

Kara se preguntó quién era en su interior. ¿Qué más le había dicho su madre? “Simplemente bésala y dile que la amas”.

Kara retiró los restos de las lágrimas de la mujer. La mirada de dolor del rostro de su amiga diezmó cualquier pensamiento que ella tuviera de retrasar la verdad por más tiempo. Había costado dieciocho años, pero Kara Danvers finalmente se había decidido a escuchar a su madre.

― Lena ― dijo Kara suavemente, esperando hasta que los preciosos ojos verdes de la escritora se unieron a los suyos. ― Te amo.

El rostro de Kara estaba a unos centímetros del de Lena. Inclinándose ligeramente, rozó su boca con la de Lena. El beso fue tan tierno como la artista podía hacerlo al principio; finalmente, sintiendo que su amiga no tenía la intención de romper el dulce contacto, Kara profundizó su beso.

Mientras el hambre y la pasión tomaban el control de ambas mujeres, Kara aprendió que el beso que habían compartido la noche anterior era pura inocencia en comparación. Pequeños gemidos surgieron de la garganta de Lena mientras presionaba con sus labios más firmemente los de Kara. La artista se dejó caer en la intensidad de las sensaciones que los labios de su amiga producían en su cuerpo, sin poder contener más un suave gemido que estaba escondido en la profundidad de su ser.

Lena introdujo ambas manos en el dorado cabello de Kara, estrechando con más fuerza sus bocas. Moviendo sus manos hasta los hombros de Kara, usó toda la fuerza de su cuerpo para tumbar a la artista sobre el sofá. El movimiento sorprendió a la artista, pero sentir el peso de todo el cuerpo de Lena sobre ella hizo que involuntariamente abriera sus piernas, apretando a la mujer más fuertemente contra ella.

Las manos de Kara no pudieron contenerse y comenzaron a moverse hasta deslizarse por debajo de la camiseta de Lena y se perdieran entre la suavidad de la piel de la espalda de la escritora.

― Oh, Dios... ― gimió Kara, arqueando su cabeza hacia atrás mientras Lena liberaba sus labios para besar y morder la piel del cuello de Kara.

― Te amo, Kara... ― murmuró Lena al oído de la mujer, antes de envolver la boca de la artista en un profundo beso.

― Otra vez... ― suplicó Kara entre los besos. ― Dímelo otra vez...

― Te amo... ― repitió Lena sin aliento.

― Oh... sí... ― suspiró Kara sintiéndose completamente indefensa mientras sentía cómo los botones de su camisa eran desabrochados por dedos expertos.

Lena movió su cuerpo hasta que una rodilla se acomodó firmemente entre las piernas de Kara. La artista gimió ante el contacto, cerrando sus ojos ante el éxtasis mientras la escritora comenzó a recorrer el sendero de la abierta camisa con sus labios. De repente Kara sintió la sonrisa de su amiga contra la piel de su pecho.

― ¿Qué? ―. Kara abrió sus ojos, mirando el travieso gesto de los ojos que la miraban.

― No solías usar sujetador ― comentó Lena con una sonrisa, dando un beso donde la oscura prenda comenzaba.

Kara dejó caer su cabeza hacia atrás contra el sofá y rió. ― La madurez nos alcanza antes o después, amor...

Ese fue el turno de Lena para ser sorprendida mientras la artista aprovechaba ese momento para voltear a la azabache de espaldas. Kara mantuvo la mayoría de su peso en un codo, dejando que el resto cayera contra la mujer que tenía bajo ella. Los muslos cubiertos de tela vaquera se alzaron y se colocaron a horcajadas sobre Lena. Su mano libre se deslizó bajo la camiseta contra la suave piel de la escritora. Kara se movió y cubrió la boca de la escritora con inundado frenesí; sus dedos acariciaron cada pedacito de carne que podía tocar.

De nuevo susurró las palabras que habían comenzado todo. ― Te amo, Lena... siempre te he amado.

Lena se detuvo y miró con sus cristalinos ojos a los que bullían en un fuego azul frente a ella. Alzó sus dedos para acariciar los labios que habían emitido esa poderosa declaración de amor.

― No estoy segura de qué sucedió, pero tengo miedo de preguntar... tengo miedo de que esto sea el final ― murmuró suavemente Lena.

― Oh, cariño... ― comenzó Kara, su mano libre moviéndose para acariciar tiernamente el rostro que tanto adoraba. ― Ahora que sé que también me amas, no pienso dejar que termine... Lena ― dijo Kara con una voz repleta de deseo, ― haz el amor conmigo.

― Oh, Dios, sí... ― gimió Lena.

NADIE ES MÁS CIEGO QUE QUIEN NO QUIERE VER (Adaptación Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora