El experimento MY3 es considerada un arma letal y poderosa creada por científicos, sin embargo las cosas se salen de control cuando se hace un duplicado ilegal, mucho más poderoso y mucho las letal... el experimento JK3.
Sólo habrá una persona capaz...
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JiMin se quedó estático, sintiendo como una gota de sudor resbalaba por su frente y no sabía exactamente si era por los movimientos de hacía un momento o por la repentina aparición de JungKook.
—Yo... Yo solo te estaba...¡Si! Te ayudaba a ponerte la pijama.— explicó tratando de no ser asesinado ahí mismo.
El menor miró todo al rededor y levantó una ceja antes de volver la mirada a JiMin.
—¿Desnudo? Que extraña forma de colocar una pijama.
—Ah... Eso... Esque... Tenía calor.
—Claro.
JungKook se alejó de JiMin para después enredar una sábana en su cintura y levantarse sin quitar esa mirada acusadora de su acompañante.
—JungKook, de verdad que no iba a hacer nada.— habló JiMin caminando detrás de él mientras se colocaba el boxer.
—Si claro...
—JungKook no te enojes, yo solo...— sus palabras se vieron interrumpidas cuando el menor se volteó repentinamente y atrapó sus labios en un beso.
—Si vuelvo a encontrarte así... Probablemente te voy a asesinar.— habló antes de meterse al baño, dejando a JiMin con ganas de más.
...
Listos para dormir, ambos se metieron bajo las sábanas blancas de la habitación y se abrazaron cómodamente sintiéndose demasiado tranquilos uno en brazos del otro.
—¿JungKook?— habló el mayor acomodando su cabeza en el pecho ajeno.
—¿Si?
—¿Qué pasará cuando encuentres a tus amigos?
—¿A qué te refieres?
—¿Qué pasará... con nosotros?— preguntó algo intranquilo. La compañía de JungKook lentamente se había convertido en algo importante para su vida, así como él.
Jeon se quedó callado, en realidad no había pensado en qué pasaría cuando llegaran a su destino, ni siquiera sabía si saldría vivo de allí, pero él realmente quería algo más allá de unas noches, besos y caricias.
—Yo... Me quedaré contigo.— ambos se miraron y el peli negro dejó un beso en los labios carnosos y rosados del peli gris.
—¿De verdad?
—Si... De verdad...
Después de esa pequeña conversación, ambos cerraron los ojos y quedaron profundamente perdidos en el mundo de los sueños.
