Capítulo VIII

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**MARCHETTI'S CLASSICS PLAYLIST: Truly Madly Deeply- Savage Garden

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LAUREN MARCHETTI

El dolor puede ser causado de muchas formas, y superado de muchas otras más. Durante este año he aprendido que no soy la única que sufro, no canalizo todo el dolor del mundo en mi propio cuerpo; pero sé que como yo otros más han perdido a alguien, sufren por diferentes razones.

Cada persona sobrellevaba el dolor de muchas maneras diferentes, en mi caso yo sigo existiendo. Eso ya es mucho comparado a lo que pensaba meses atrás. No soy la misma, todos cambiamos; el dolor nos cambia para bien o para mal. Cada persona es diferente, y yo solo decidí seguir existiendo.

Toda mi familia me ve con lástima. Ante sus ojos he dejado todo atrás y mis ideales se han extinguido. Cada día me levanto pensando que he quedado sin un propósito desde la muerte de Caleb. Luego recuerdo las palabras que alguna vez me dijo y sé que la vida de alguien jamás debe recaer en alguien más. Caleb no hubiera deseado eso, pero tampoco yo habría deseado perderlo. El propósito que creamos juntos ya no existe, y a pesar que he aceptado que él ya no está conmigo solo sigo viviendo. Sigo viviendo por vivir, pero no la vida que íbamos a crear juntos.

No hay risas, no hay música, no hay sueños. No puedo hacer las cosas que soñé hacer con él. Pero ahora que veo al mundo, que siento en mis brazos a una mujer llorar ante la agonía de su propio dolor, sé que no soy solo yo la que sufro.

Me he vuelto taciturna, melancólica y callada. Todo lo que no era un año atrás, he cambiado; el dolor me cambió. Pero ahora hay una mujer que busca consuelo de mis palabras, que busca apoyo, y que busca alivio a su dolor. ¿Quién soy yo para aferrarme a mi propio dolor y negar el de alguien más? ¿Cómo negar apoyo? ¿Cómo callarme ante el sufrimiento de alguien más? He cambiado, lo sé. Pero ese cambio no aplica para cerrarme al dolor de otra persona e ignorarla. No es mi esencia, aunque ya no me reconozco completamente.

—Llorar es bueno—le digo abrazándola contra mí mientras el sol de Italia se alza en lo alto dándole la bienvenida a un nuevo día—. Es una forma de limpiar tu alma.

—Odio llorar—me dice ella contra mi cuello y yo suspiro entendiendo perfectamente sus palabras, porque han sido las mías cuando todavía existían en mi lágrimas que llorar—. No me gusta mostrar debilidad. Eso hace que la gente sienta lástima por ti—ella alza su rostro y sus lágrimas caen por sus mejillas ignorando sus palabras—. Odio sentir tanto dolor que soy incapaz de expresar. Desde que me enteré no he llorado, hasta hoy.

—Hace más de un año lloré todo lo que no había llorado en mi vida—nuestros ojos se encuentra y entre sus sollozos sé que ella me escucha. No me juzga, porque ella siente tanto dolor como yo—, ahora soy incapaz de hacerlo. Las lágrimas son catalogadas como debilidad, pero también puede usarse para limpiar tu alma llevándose entre sus gotas el dolor—alzo mi mano y limpio sus lágrimas con mi pulgar y sus ojos marrones me miran fijamente. Es una desconocida, no sabemos nada de la otra, sin embargo, me entiende y yo a ella.

—¿Las lágrimas consiguieron llevarse tu dolor? —sus palabras me golpean un poco y cierro mis ojos pensando en que responder. Opto por la verdad.

—No creo que existan tantas lágrimas dentro de mi para poder llevarse todo mi dolor, por eso ya no lloro. El dolor sigue fuerte como siempre, he aprendido a vivir con él. Tú lo harás también, con el tiempo.

—He perdido mi identidad, Lauren—ella suspira tratando de calmarse—. Todo lo que pensé que era ahora ya no existe. Camila Lockwood en realidad no existe, no sé si ese es mi nombre, Lockwood no es mi apellido.

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