♛ T R E S ✏

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Un paso a la izquierda, uno a la derecha

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Un paso a la izquierda, uno a la derecha. No mirar a los ojos al príncipe. Disimular el temblor de mis manos y las ganas de llorar de vergüenza. Rogar internamente porque la música terminara o que cayera un meteorito. Eso era todo en lo que pensaba mientras estaba en la mitad de la pista. 

En un momento estaba disfrutando del dulce de chocolate más sabroso que había probado jamás y en el siguiente el dueño de la fiesta me pedía bailar. ¿Por qué me pedía bailar? ¡Yo era un tonto crayón! Seguro que sabía que era colada y solo quería delatarme en frente de todos, el asunto era ¿en qué momento? Porque ya iban dos minutos de baile y no había ni meteorito ni humillación.

Éramos pocas parejas en la pista por lo que muchos ojos estaban en nosotros y yo solo quería tomar un par de chocolates y luego irme corriendo de esa casa. Miré de reojo a Elías que bailaba al parecer más plácidamente con la diabla de cabello rojo —posiblemente era una peluca—; debo admitir que era graciosa la imagen: el disfraz de cuaderno era un rectángulo gigante con apliques en el lomo y la diabla había reposado su mano sobre la M de "Math", sí, era un cuaderno de matemáticas. La mano que se sostenían estaba elevada y noté que él también procuraba no mirarla a la cara y si lo hacía por el mismo motivo que yo, era para evitar el inicio de una conversación.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el príncipe de repente y tuve que mirarlo a los ojos.

Entré en pánico y ni siquiera tuve neuronas suficientes para inventar un nombre o para decir el mío.

—Crayón.

Afortunadamente el disfraz y el antifaz me cubrían lo suficiente como para que no viera mi sonrojo salvaje que delataba mi mentira.

—¿Crayón?

—Crayón Amarillo —confirmé—. ¿Y el tuyo?

—Príncipe —dijo con una sonrisa ladeada.

—¿Príncipe?

—Príncipe Azul. —Quise soltar una carcajada pero los nervios solo me dieron para una risa entre dientes—. ¿Cuál es tu nombre?

—Hoy soy Crayón y ya.

Dentro de mí pensaba que decirle mi nombre iba a desatar la humillación, que quizás él estaba esperando saber quién era yo para acusarme con la policía de infiltramiento en fiestas privadas y por eso me negaba a dárselo.

Él no sería capaz de poner una denuncia a nombre de "Crayón Amarillo", o eso esperaba.

—Tienes unos ojos muy bonitos, Crayón.

Por primera vez en la noche me atreví a mirarlo directamente a los ojos. Lo primero que pensé fue que no era justo que él no llevara antifaz como el resto, lo segundo que pensé fue que era atractivo. Sus ojos eran negros y su traje de un azul noche con apliques dorados que le sentaba de maravilla, un verdadero príncipe azul. Me sentí genuinamente halagada por el cumplido pese a que recibía ese mismo comentario seguido; mis ojos verdes herencia de mi madre era lo que más llamaba la atención de mi persona y considerando que iba con antifaz y encrayonada, era lo único en ese momento que llamaba la atención.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora