Epílogo

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                LUKE REINHARD

3 años más tarde.

Me encontraba en las mesas de afuera de una cafetería en Londres, todo aquí era más relajante, más delicioso. Hasta el cigarro. Prendí uno, le di una calada y lo dejé en el cenicero así podía leer mi periódico. Quién diría que yo estuviera leyendo tal cosa, pero supongo que la gente cambia. Como las estaciones, la personas pueden cambiar.

El mozo me trae mi café y dos bolsitas de azúcar que mientras las coloqué en la taza mirando un punto fijo. A lo lejos escuché una risa, no sabía si era parte de mi imaginación o si de verdad era ella. Es que su risa era tan peculiar, tan sobresaliente ante cualquiera, que era imposible confundírsela con la de alguien más o... ¿Qué tanto por ciento hay que tu risa se parezca extremadamente a la de otras personas? Si embargo, no podía ser ella. No estaba del todo seguro y realmente quería errar a mi suposición. 

Ante todo, este proceso de pensar en si era o no, la chica de la risa pasó frente a mi ojos pero no logré ver su rostro, iba entrelazada al brazo de un muchacho de pelo negro y alto. No era precisamente la Mía que yo recordaba; cabello castaño y largo y diferencia de la chica de la risa que lo tenía más rubio y corto por arriba de los hombros. —Oh vamos Luke, todas las personas cambian. —Mi móvil empezó a sonar. Mi manager o mi jefe, lo que sea. Era Pete.

—¿Qué hay viejo? —dijo él, iba a responderle, pero no me dio tiempo. —Escúchame con atención, esta noche habrá un evento en el hotel The Stafford London, luego te paso la dirección. La idea es que estarán los más famosos productores de música, DJ importantes y mucha gente que está interesada en tú trabajo. Te espero ahí compañero, goodbye. —cortó la llamada y enseguida recibí la dirección: "St James's Place, Westminster Borough. 20:30 pm"

Pete era así, llamaba te explicaba todo como un trabalenguas y sin respirar, aunque ya estaba acostumbrado a su trato tan frío y a su carácter de mierda. A medida que lo fui conociendo y a su trabajo, comencé a entender que él es todo un profesional; en el ámbito laboral será toda una bestia, y en el ámbito amistad será un gran tipo. 

Una vez pagada cuenta caminé tranquilo a casa, aún tenía tiempo de mirar alguna vidriera y tal vez comprar algún atuendo acorde con la situación. ¿Qué tan formal sería un evento de esos? A pesar de que me habían pasado unos tres años seguía siendo demasiado básico para vestirme, ni novia siempre me reclamaba que no podíamos tener citas románticas porque me vestía ridículo. ¿Qué había de malo en mis camisas? ¿Era la azul porque tenía flores rojas? ¿Y qué hay de la roja con corazones y libélulas? Vamos, eran mis favoritas, no iba a tirarlas por nada del mundo. De todas formas, no sé por qué se molestaba si tenía hasta camisas blancas, pero ella quería verme en traje, y eso no pasaría. 

[...]

Tomé un taxi hasta el hotel donde era el evento, una vez en el lugar me encontré fuera de ambiente, le estaba dando la razón a mi novia, debería haber usado traje. Un señor alto de tez morena con anteojos y un cablecito conectado a su oreja me recibió, preguntó mi nombre y me dejó pasar. Estando adentro el lugar era muchísimo más elegante, divisé a Pete con la mirada y él me hizo una seña para que me acercara, mis compañeros de trabajo estaban sentados en un sillón largo negro donde en frente tenían una mesita de vidrio con un champagne en una hielera y copas finas, un mozo se acercó a nosotros, trajo una botella llena y me sirvió a mí. 

—Hay que brindar gente por este gran evento al que hemos sido invitados para honrar a nuestra producción. —dijo Pete levantando la copa al aire, todos copiamos su acción e hicimos chocar nuestras copas.

Estaba apoyado en la barra mirando a la gente sofisticada tomando mi tercera copa de champagne, no es que no me lleve bien con mis compañeros de trabajo, pero a la mayoría las copas de más se les habían subido y se encontraban bailando en la pista desaforadamente. Y yo no era un buen bailarín. Me habían invitado, pero me negué rotundamente, hoy, lo que menos quería hacer era el ridículo, ya suficiente con mi vestuario de niñito de preparatoria. Tocaron mi hombro lo que me hizo pegar un saltito, era mi jefe para comunicarme que me quería presentar a alguien; una famosa escritora conocida que estaba buscando un productor musical para su obra, y resaltó que esto podría abrirme puertas muy importantes en mi trabajo. Se retiró y yo aproveché para tomar coraje ante la situación de presentarme a alguien importante que abriría mis puertas como productor musical, me serví una copa más de champagne, no debería porque ya era la cuarta... ¿o la quinta? Oh, ya ni lo recordaba. 

—Lucas, ven vamos. —gritó Pete haciéndome una seña con su mano, hice un fondo blanco a mi copa y fui hasta allí. Era una chica acompañada por un muchachote de traje, la cual aún no le podía ver la cara ya que había quedado detrás de ella. —Guinievere debo presentarte al chico que te hablé anteriormente, realmente es talentoso y vale la pena trabajar con él. —la chica asintió y se giró hacia mí. El corazón se me detuvo. ¿El alcohol me había hecho efecto y estaba aluciando? ¿Alguien me había puesto drogas? ¿Estaba soñando? ¿Esto era verdaderamente real? Esto no podía ser cierto, me quedé helado en mi lugar, y si no la conociera tan bien diría que ella estaba en la misma postura. Helada. —Luke ella es Guinievere Vogler, Guinievere, él es Luke Reinhard. —ambos nos sonreímos sin apartarnos la mirada, ella relamió sus labios para luego morderlos. Estaba nerviosa. Extendí mi mano y ella la tomó transformándolo en un cordial saludo.

—Un gusto señor Reinhard. —me sonrío burlonamente.

—El gusto es mío señora Vogler. —le sonreí de la misma manera. Para ser honesto pensé que después de abandonarla sin darle explicación, —que juro que la había— iba a odiarme y si algún día volvíamos a vernos iba a pegarme un cachetazo, aunque sí me lo merecía por ser tan cagón y dejarla porque era demasiado estúpido para entender el amor a lo que decidí como todo un cobarde irme a otro país, dejándola plantada en el baile de graduación. Estaba más hermosa de lo que podía recordar, el aire londinense le había pegado tan bien, demasiado bien; ahora su cabello estaba más corto y más claro con rubio en las puntas, sus ojos tal como los recordaba y su sonrisa estaba mucho más suave, se veía tranquila, no como la Mía que vivía exaltada y llegando tarde, ¿seguirá con ese hábito de impuntualidad? No estaba preparado para un momento como este, no en estas circunstancias, no aquí en Londres. ¿Y si de repente todo regresa? Creo que después de todos estos años sigo sintiendo todo cuando ella está cerca, y ahora todo lo que nos espera si es que le gusta mi material y comenzamos a trabajar juntos. Estoy nervioso. Nos quedamos mirando por unos segundos hasta que ella se acerca a el chico que la acompañaba, que para ser honesto no parecía de nuestra edad, yo le daba unos diez años más. 

Y en ese momento, todo aquel amor que le había tenido a Mía estaba a flor de piel, como si nunca se hubiera ido. Y no lo hizo. Mi amor por ella siempre había estado intacto como el primer día que comenzamos a hablar, como el día que la conocí tropezando conmigo. Una mañana del 16 de julio de 2012.

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora