Capítulo IX

14K 1.3K 606
                                    

**MARCHETTI'S CLASSICS PLAYLIST: Iris- The Goo Goo Dolls

~*~

CALEB EVANS

Como esperaba Margaret está sentada en uno de los escalones de la cabaña de meditación. Al salir respiro la brisa fría del lugar donde me encuentro y veo a mi alrededor, todo parece igual, pero de alguna forma es diferente. Me siento al lado de Margaret y paso mis manos por mi rostro, incrédulo todavía de lo que acabo de vivir.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta ella con ese acento tan suyo que me recuerda tanto a Lauren.

—Me siento como al principio, Margaret—le digo observando la enorme nubosidad que nos rodea. No hay rayos de sol, no hay nada. Solo existe vacío, y me encuentro en este lugar sin saber qué me tiene aquí. No lo entiendo—. Jack, Fabio e incluso tú me dijeron que encontraría las respuestas aquí en el pergamino que se me entregaría, pero no encontré nada.

—Recuerdo la primera vez que entré a la cabaña y leí mi misión—ella no alza la vista—, sabía que sería imposible de completar y me resigné, pero me dolió mucho saber la razón por la que sigo aquí, aunque lo merezco. En tu caso, ¿Qué te retiene? ¿Quién te retiene?

—No lo sé—ella finalmente me mira y sé que no entiende, su mirada es de confusión al igual que la mía—. No tengo idea, Margaret.

—¿El archivo no apareció? —me pregunta ella alarmada—. ¿No encontraste tu pergamino?

—Sí, lo encontré—digo con pesar recordando el rostro de Lauren, sus ojos tristes, la forma de tratar de comunicarme con ella sabiendo que ella es incapaz de oírme, es incapaz de sentirme, incapaz de saber que en otro lugar, en otro tiempo mis ojos siguen observándola, cuidándola. Que la sigo amando como el primer día e incluso mucho más y que verla llorar en brazos de una extraña sin poder consolarle me duele. Oh, duele demasiado—. Al abrir la carpeta no había nada adentro, Margaret. Estaba vacía.

—¡¿Vacía?! —ella parece sorprendida y eso me alarma. ¿Por qué le sorprende? Ahora todo me preocupa mucho más.

—¿Qué te asombra tanto? Supongo que no soy el primero al que le pasa esto, y esperaba que me ayudaras a comprenderlo.

—No puedo ayudarte—me dice ella levantándose rápidamente y yo la sigo, la veo preocupada y eso me asusta—. Debes hablar con Billy de inmediato.

—¿Con Billy? —yo sonrío con ironía ante lo que ella dice—. Oh, Margaret sabes perfectamente que Billy apenas me soporta. No entiendo porque parece detestarme pero no pienso rogarle por algo de su tiempo.

—Yo no puedo ayudarte, bambino—ella me toma de los hombros y me detiene mientras nos hundimos un poco en la nieve—. ¿Viste algo más?

—El espejo—ella parece incluso más confundida—. En él pude ver a mi novia y a otra persona más. La doctora que me atendió en emergencia la noche en que morí. Yo hice que ellas se conocieran—me encojo de hombros—. Ellas parecían escucharme en algunos momentos, pasó el tiempo, intenté hablar y ya no me escuchaban.

—¿El espejo apareció ante ti? —ella niega con la cabeza incrédula y sé que hay algo que ella no me dice—. Eso no puede ser.

—¿Qué han hecho las otras personas que no tienen una misión como yo? —ella me observa unos segundos pero luego se gira y sigue caminando y yo trato de alcanzarla no tan acostumbrado a caminar en la nieve como ella parece estarlo.

—Billy debe explicarte—me vuelve a decir—. Yo no puedo ayudarte.

—Por un momento pasé mis pensamientos a Lauren y a la doctora. Ellas dijeron lo que yo estaba pensando y fue extraño, pero lo intenté muchas veces más y no pude comunicarme con ellas. Solo estuve una hora dentro y pude ver dos días de la tierra.

The GuardianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora