♛C I N C O ✏

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—¡No seas animal! —gruñí una vez más a Elías que intentaba muy bruscamente sobarme el tobillo—

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—¡No seas animal! —gruñí una vez más a Elías que intentaba muy bruscamente sobarme el tobillo—. ¡Esto es lo que sacamos de tus planes!

—Ya te ofrecí llevarte a urgencias y no quieres.

—Urgencias implica hospital, hospital implica padres porque somos menores, padres implican preguntas y preguntas implican contarles de nuestro delito.

Elías soltó una carcajada y le habría dado un golpe de no ser porque estaba más concentrada en el dolor de mi tobillo.

—No cometimos ningún delito, Isa, deja tu maldito drama.

Las calles estaban llenas porque era noche de Halloween, pero el parque de niños estaba vacío porque ya era tarde para ellos así que allí frenamos con Elías luego de huir por unas cinco calles; seguíamos en un vecindario desconocido y de mejor categoría que el nuestro, pero al menos la fiesta y el príncipe acusador ya estaban lejos.

Nos habíamos sentado en el arenero de aquel parque y me había quitado el zapato para poder mirar mi tobillo que lucía un poco inflamado. La caída desde la ventana no era alta, pero caí en mal ángulo sobre mi pobre pie así que sí me dolió un montón; no fue tan grave como para partirme algo, pero sí como para quedarme sentada un buen rato quejándome.

—Si no hubiéramos salido por esa ventana, quizás estaríamos en una patrulla de policía —defendí con terquedad.

—¿Qué fue exactamente lo que te dijo ese príncipe?

Mordí mi labio y mi respuesta salió en tono bajito porque sabía que Elías se iba a molestar un poco.

—Me preguntó mi nombre y cuando no se lo quise dar me dijo que era necesario para darle mis buenos deseos a Martina, ahí supo que yo no sabía quién era Martina y me dijo que sabía que yo era colada. Luego se fue.

Miré a Elías y efectivamente me estaba fulminando con la mirada porque tal vez le había mentido un mucho al respecto.

—Me dijiste que él exigió que nos lanzáramos por la ventana o nos humillaría en frente de todos y que luego me golpearía por colarme a la fiesta de su hermana.

Le sonreí tensa y tragué saliva al ver la furia en sus ojos.

—Si no te hubiera dicho eso no habrías salido conmigo.

—¡No habría saltado por una ventana! Isabel Villamar, ¡casi muero por tu culpa! ¡por tu paranoia!

—¡Si no salíamos yo habría muerto de un ataque de ansiedad y nervios! Él sí me dijo que no intentara salir por la puerta porque le había ordenado a los guardias no dejarnos salir, así que la única opción era la ventana.

—Posiblemente estaba mintiendo, tonta. Hubiéramos podido quedarnos...

—Suficiente. Tú me trajiste casi a la fuerza, yo te saqué casi a la fuerza, estamos a mano, ¿sí? —Extendí mi dedo meñique como siempre hacíamos al solucionar alguna de nuestras peleas estúpidas y luego de una mirada de recelo más, él enlazó su meñique con el mío. Ambos suspiramos—. No estuvo tan mal —murmuré luego de una larga pausa.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora