♛ O C H O ✏

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Resoplé por décima vez por el frío que tenía

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Resoplé por décima vez por el frío que tenía. Sé que usar falda era culpa mía, pero me gustaban las faldas, las usaba cada día del año, en mi armario se podían contar los pantalones con los dedos de una mano, pero me dije que tal vez para la temporada fría debía conseguir algunos más.

Llevar a Martina al trabajo no me molestaba en absoluto, pero me sentía algo culpable de que la razón principal de ir fuera calmarle la paranoia a Andy con respecto a los compañeros de trabajo. En parte lo entendía porque yo también amaba a Martina y a veces la quería meter en una urna de cristal, pero al menos yo era consciente de que eso no era posible y que ella tenía su propia vida, que al igual que yo o que su hermano, merecía espacio e independencia.

Le dije a Martina que entraría al almacén a buscar unos patines —cosa que no era mentira que los necesitaba— pero que si así ella lo quería, fingiría que no la conocía, que solo era una clienta más y a ella le pareció bien ese tonto plan, así que esperé un buen rato luego de que ella ingresara para bajarme del auto y caminar hacia allí.

El aire helado me traspasó las medias de malla y sentí que los huesos se me templaban así que apuré el paso y entré tiritando. A primera impresión el almacén era cálido, bien iluminado y bien surtido, se veían muchos clientes entrando, caminando por pasillos y saliendo, vi a Martina en medio de un pasillo de la izquierda, pero la ignoré como habíamos acordado. Alcancé a ver que estaba con otra chica y que le hablaba animadamente, al menos la compañera no parecía malvada como Andy sugirió.

—Bienvenida, buenas tardes —me saludó una mujer en la caja.

Le sonreí.

—Buenas tardes, gracias. Busco unos patines.

—Pasillo siete —informó.

Agradecí con un asentimiento y busqué el pasillo correcto.

A finales de noviembre inaugurarían la pista de hielo de la plaza central de la ciudad y ya habíamos planeado con James y con Andy ir a visitarla en sus primeros días; hacía años que no tocábamos una pista de hielo pero supusimos que al igual que montar en bicicleta, patinar era algo que no se olvidaba nunca. MIs patines eran de cuando tenía trece años así que necesitaba unos nuevos sí o sí.

En el pasillo había una gran variedad de patines de ruedas y de cuchillas para hielo, de colores y distintas marcas; como siempre miré la mejor marca pero había tantos similares que no supe cuáles me convenían más. Un chico con la camiseta del almacén iba pasando por el extremo del pasillo y lo llamé.

—Disculpa. —El chico se detuvo y entró por el pasillo hasta mí—. ¿Me puedes ayudar?

—Claro, ¿qué necesitas?

—Busco patines de hielo, ¿cuáles son mejores?

El chico paseó su mirada por el estante y luego me miró a mí de nuevo. Tenía unos ojos marrones claros preciosos, eran como un tarro de miel lleno que desde arriba se ve oscuro pero sin perder ese brillo dulce; su cabello era un nido de rulos entre marrones y rubios oscuros, algo curioso. Lucía más joven que yo pero era larguirucho y delgado, más alto que yo. Era atractivo, para qué negarlo.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora