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Colombia 1984

Busqué algo más en aquellas páginas, pero era lo último que había escrito Daniela Gallardo. No me quedo del todo claro que es lo que había pasado con Cartagena o con Ernesto, pero por lo que yo sabia el abuelo de mi abuela se llamaba Ernesto, de hecho, mi papá tiene un tío que se llama Ernesto por su propio abuelo.

Pensar en que Daniela vivió su vida entera con el hombre que le arrebato al amor de su vida hacía que mi corazón se estrujara, recuerdo que mi abuela me contó que Daniela murió a una edad muy avanzada y muchos años después de haber quedado viuda también.

—hola Dani, ¿puedo pasar? —una voz interrumpió mis pensamientos, me di cuenta que mi padre había regresado mucho antes de lo que yo había esperado que lo hiciera

—si claro —respondí cerrando el diario y sonriéndole

—¿Qué tienes ahí? —preguntó sentándose en la cama y rodeándome con su brazo como ya hace mucho no lo hacía, no pude evitar sentirme niña mimada y me recargué en su pecho.

—un diario de tu bisabuela —respondí mostrándoselo

—¿Cómo así? —preguntó.

—la abuela me lo dio, su abuela se lo dio a ella —mentí un poco— Daniela Gallardo vivió en la casa de enfrente hace más de ciento cincuenta años y es tu bis abuela.

—¿enserio? —preguntó mi padre sorprendido, examinando aquel mugriento, sucio, húmedo y viejo libro.

—si, es una historia fascinante —dije y de pronto me surgió una duda— oye, ¿alguna vez mi abuela te conto porque su abuela dejo este lugar?

—no exactamente, lo único que sé es que cuando esta propiedad paso a ser de los Gallardo al poco tiempo se mudaron a Cartagena —explicó mi padre aun con el diario en sus manos— tengo entendido que por muchos años esto permaneció vacío hasta que mi abuelo regresó aquí con su familia por unos años hasta que su padre murió y entonces mi abuelo vendió todo menos esta propiedad y se fueron a vivir a la capital desde entonces ha estado vacía la propiedad hasta que llegamos nosotros.

—¿entonces, la abuela de mi abuela jamás regreso a este lugar? —pregunté

—no lo sé, es posible que viniera de visita, tu abuela de pronto recordaba cosas de su abuela, aunque no estoy seguro de que tan cierto era eso, ¿Por qué tanta curiosidad? —preguntó mi padre

—no lo sé, solo me parece interesante —confesé— ¿sabes como se llamaba el abuelo de la abuela?

—eso sí lo sé, Ernesto Rodríguez creo que era militar, por eso es que tenemos tantos Ernestos en la familia, mi tío Ernesto nunca se cansaba de alegar que llevaba el nombre de un héroe de la independencia —respondió mi padre riendo.

"mas bien de un asesino" pensé para mis adentros

—bueno, ¿y que querías decirme? —pregunté solo para cambiar de tema

—¿que ya no puedo venir a platicar con mi hija solo porque sí? —preguntó

—no, o me traes un chisme o mejor ni vengas —bromeé

—¿Cómo te sientes Dani? —habló de pronto más serio.

—estoy bien pa —confesé, porque era verde estaba bien— ¿y tú?

—la estoy pasando, pero ¿segura que estas bien? —volvió a preguntar y yo solo asistí con la cabeza— Sara piensa que algo te ocurre, has estado distante las últimas semanas, no comes bien, tienes ojeras.

—estoy bien pa, lo prometo —dije sinceramente, pues en realidad ya todo estaba bien.

—¿por mamá? —

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora