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Stop tempting your luck.


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La carcajada que se escuchó por los pasillos del colegio llamó la atención de un pequeño grupo de estudiantes que no pudieron evitar también soltar una pequeña risa al ver a la Gryffindor de cabellos castaños golpeando con un pergamino al chico rubio perteneciente a la casa de las serpientes.

Ezra McGrath aún con una sonrisa en su rostro soltó un gemido de dolor cuando el pergamino tocó su cabeza, tomó con cuidado las manos de la leona para detenerla y volver a reír al ver todavía su cara de desconcierto y diversión.

— ¡No es justo! —chilló cuando sus manos fueron liberadas— Hice un excelente trabajo y aun así decidió que no era suficiente.

— ¿Eso fue un excelente trabajo?

— ¡Ezra!

— Lo siento, pero debes admitir que eres un asco en Herbología.

— ¿Podrías fingir que estuvo un poco bien?

— Solo un poco. —respondió, Nina sonrió complacida con la respuesta que recibió, besó la mejilla del rubio antes de alejarse de su lado e irse rumbo a su respectiva casa. McGrath soltó una pequeña risa cuando la vio dar pequeños saltos a medida que se alejaba, cualquiera podía ver la ternura en el rostro del perteneciente a la casa de las serpientes mientras veía a la chica Thompson alejarse y lanzarse a la espalda de uno de sus tantos amigos.

Los cabellos castaños de Nina cayeron sobre su rostro antes de alejarse de la persona a la que abrazó, la risa de ambos chicos se escuchó en el pasillo, el grito a forma de despedida que el Hufflepuff pronunció la hizo sonreír.

Una ventisca azotó su cabello, el cielo estaba nublado, desde la mañana la idea de que el clima era perfecto inundó sus pensamientos, pudo usar aquella chaqueta que tanto le gustaba al igual que un pequeño gorrito que llevaba en el bolsillo, el día fue perfecto para ella, ni siquiera la calificación que obtuvo en su ensayo o los cinco puntos menos que Snape le quitó por golpearlo sin intención la hicieron sentirse mal.

Antes de poder subir los escalones frente a ella las cabelleras pelirrojas de sus amigos le atrajeron la atención, lentamente caminó hacia donde estaban y jaló de sus prendas como si hubiesen sido atrapados, el rostro de ambos logró sacarle una sonora carcajada.

— Debieron ver sus caras. —exclamó— Ojalá tuviera mi cámara.

— No fue gracioso.

— Eso es porque no vieron sus caras, era algo como... —dijo mientras imitaba a sus amigos— ¿Quién fue la víctima ahora?

— Pequeña Nina...

— La curiosidad mató al gato.

— Bien, solo díganme qué no fue el pequeño de Ravenclaw. —ambos hermanos se miraron fijamente unos segundos antes de que la sonrisa de uno de ellos los delatara— ¡Fred!

— No fue grave.

— Solo tendrá la lengua un poco...

— Larga.

— ¿Cuánto va a durar?

— Lo suficiente. —respondió George provocando que Nina lo golpee con el pergamino de su mano— ¡Es a Fred quién deberías golpear!

— ¿Por qué? Es muy tierno, míralo.

— Sí, soy muy tierno, hermano, mírame.

— No tientes a tu suerte, Weasley. —el mencionado guiño un ojo en su dirección provocando un leve sonrojo que sólo uno de los gemelos logró observar. El trío de amigos se alejó de aquel lugar a petición o más bien orden que había hecho Nina, si no pudo salvar al pequeño al menos trataría de alejar a los culpables de la escena.

La burla entre ellos estuvo presente durante todo el camino hacia el retrato de la Dama Gorda, donde todo se puso silencioso, Nina se detuvo a unos pasos de ambos observando al vacío. Varias imágenes se comenzaron a proyectar frente a sus ojos, eran tan reales que se sintió como si ella se encontrara presente, la mano de Fred logró sacarla de aquel trance en el que se encontraba, pero aun así aquellas voces parecían gritar en sus oídos.

— ¿Qué tienes? ¿Qué viste?

— No sé, y-yo... —respondió dejando a aire la última frase, el pelirrojo sabía que mentía cuando la mirada de ambos se encontró, lentamente quitó su mano de la suya no sin antes dejar un apretón, Nina sonrió a medias— D-debo irme.

Las piernas de la chica se movieron con rapidez, siempre había pensado en lo grande que era Hogwarts y lo cansado que podría resultar recorrer cada rincón, pero en aquel momento no sintió cansancio mientras su cuerpo se encaminó hacia el único lugar que encontró correcto.

— ¡Profesor! —gritó a la vez que entraba de manera abrupta— Tiene que ayudarlo, él...

— Nina, tienes que calmarte.

— Vi a Sirius en la casa de los gritos con Harry, luego todo se tornaba oscuro hasta que los dementores aparecieron, profesor, las voces hablan demasiado y no dan buenos augurios, debe ir a la casa de los gritos.

— ¿Estás segura de esto? —ella asintió— Avísale a tu madre.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Solo hazlo, explícale todo.

Nina observó al hombre salir corriendo dejándola aún más desconcertada de lo que ya se encontraba, sus manos temblorosas buscaron un pedazo de papel, tomó la pluma a su lado y comenzó a redactar rápidamente la carta, al hacerlo pudo fijarse como su mano temblorosa impidió que la prolija letra de la que tanto se sentía tan orgullosa no se plasmaran en el papel, pero en ese entonces poco le importó, en su cabeza solo estaban las imágenes que vio y el llegar lo más pronto hacia la torre.

Cuando su cuerpo estuvo frente a la lechuza de color gris no pudo evitar sentir como las voces volvían a gritar con fuerza, su cabeza empezaba a doler y su vista se volvió borrosa por unos segundos.

— Debes entregársela a mamá, no dejes que padre te vea.



─ ✦ ─



El cielo tomó sus tonalidades oscuras, las nubes comenzaron a disiparse dando paso a la luna, los ojos de Nina no se despegaron de la ventana hasta que sintió unas cálidas manos tomar las suyas, los cabellos pelirrojos y las pecas esparcidas por todo el rostro de Fred la hicieron sonreír.

— ¿Pastel de chocolate?

— Eres mi cliente fiel. —respondió logrando que ella sonriera— ¿Cómo te sientes?

— Puedo sentir que algo está mal, pero las voces se callaron, todo es demasiado silencioso. —murmuró a la vez que se llevaba un pedazo de pastel a la boca— Esto está delicioso, abre la boca.

— Es tuyo.

— ¿Qué fue lo que dije en la tarde?

— Que soy el más guapo de todo Hogwarts.

— Ya quisieras, Fred. —dijo con una sonrisa a la vez que extendía un pedazo de pastel al pelirrojo y él lo recibía— Gracias.

— ¿Por qué?

— Por no creer que estoy loca.

— ¿Quién dice que no lo creo? —el golpe en su brazo lo hizo reír.

— Deja de tentar a tu suerte, Weasley. —el mencionado volvió a reír mientras se recostaba usando las piernas de su amiga como almohada y cerró los ojos.

— Siempre estaré para ti, loca o no.

Silhouette [1] ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora