Capítulo 16 | Entre flores y mentiras

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Verla no provocó nada en mi interior, Amanda nunca me produjo nada porque Carly siempre había estado en mi mente

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Verla no provocó nada en mi interior, Amanda nunca me produjo nada porque Carly siempre había estado en mi mente.

La sentía tensa bajo mi tacto, pero se mostraba firme e inquebrantable. Notaba que estaba cambiando ciertas actitudes, más confianza en lo que hacía. Por un momento pensé que se escaparía otra vez, pero no fue así. Ella confiaba en mí y eso solo me hacía amarla más. No quería quitarle los ojos de encima porque sabía que si Amanda la provocaba iba a saltar, y no quería que la lastimaran.

Las dos se mantuvieron en silencio hasta que alguien se aclaró la garganta.

—¿Así que están juntos? —cuestionó la pelinegra con seriedad, iba a contestar, no obstante, Carly se me adelantó. Esbocé una sonrisita que quedó escondida en su cabello.

—Sí —escupió tajante. Otro silencio atronador se hizo presente en el lugar, después de unos segundos volvió a hablar.

—Lo siento, Carly, no lo sabía. —Me atreví a mirarla de reojo porque su tono no me gustaba en absoluto, la conocía y sabía que era una chica que hacía dramas por cualquier mísera cosa. Su tranquilidad ante la situación no cuadraba—. Pensé que David estaba soltero o, en su defecto, con alguna otra, no creí que al fin se había atrevido a hablarte sobre sus sentimientos. Me da gusto que estén juntos, hacen una linda pareja.

Carlene lanzó una carcajada burlona.

—¿A quién quieres engañar? ¿Crees que te creo? No soy estúpida —se defendió Carly con la barbilla alzada y los brazos puestos en jarras.

—No, solamente crecí y dejé de ser una cría. Comprendo que están juntos y se quieren, lo respetaré —contestó encogiéndose de hombros.

Algo en todo el asunto seguía sin encajar. Carlene no respondió nada, Amanda se dio la vuelta sin más y descendió los escalones de la entrada, escuchamos cómo arrancó el coche y se perdió en la lejanía.

Se deshizo en mis brazos y sacó todo el aire de sus pulmones, la cobijé en mi pecho para trasmitirle seguridad.

—¿Estás bien? —pregunté.

—Lo estoy —contestó en un suspiro.

—Estuviste genial —dije con una sonrisa y estiré el brazo para cerrar la puerta, necesitábamos algo de privacidad.

Alzó la cabeza para mirarme, abrió la boca para hablar, no dijo nada porque volvió a cerrarla, así que la llevé al sofá y me senté a su lado. Recargó su brazo en el respaldo y me enfocó, barrió con sus pupilas mi cara, quizá buscando algo.

—¿Te sigue gustando? —pidió saber y mordió su lengua, sabía que hacer la pregunta le había costado. Negué con la cabeza y me corrí para que quedáramos más cerca.

Jugueteé con un mechón de su cabello rebelde.

—Me gustas tú, ya lo sabes —dije mirándola a los ojos para que notara la verdad. Después de saber que ella sentía algo por mí nada volvería a ser lo mismo, yo ya no tenía qué ofrecerles a las demás.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora