LOS DELFINES

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Buena comida, buena película, buena compañía... No me puedo quejar, excepto porque el tiempo avanza. Ya es más de medianoche, nos hemos acabado la comida, ha terminado la película, e incluso la hemos comentado.

Ahora, conversamos, ella sentada en el sofá y yo tumbado, con la cabeza apoyada sobre sus cómodos muslos. La contemplo desde esta perspectiva, y parece tener una enorme papada, algo que también me encanta.

—¿Qué piensas? —quiere saber.

—Algo perturbadoramente romántico.

—¿Debo preocuparme?

—Puede.

Suspira cansada y lamenta:

—Bastante preocupada estoy ya.

Me incorporo y, sentado a su lado, intento animarla:

—Rebe, estate tranquila. Seguro que sale todo bien.

—O puede que pronto suene el teléfono y me digan que...

—Rebeca, no —niego.

—No —repite ella—. Es que si ella muriese, yo también.

—Y seguido yo —me uno al dramatismo. Ese es mi terreno.

Ella niega con la cabeza y recupera un tema que hace tiempo que habíamos olvidado:

—¿Sabes por qué me gustan tanto los delfines?

—Mmmm... No. Sorpréndeme.

—Porque nunca abandonan a un miembro de la manada. —Esconde la mano en el cuello de la sudadera y libera un collar que llevaba oculto bajo la ropa.

—Un delfín... Qué bonito. —Presto atención a la figura del colgante.

—Me lo regaló mi amuma. —Lo besa y dice—: Ella es todo lo que tengo y no la pienso abandonar.

Agarro su mentón, me hago con su mirada y le prometo:

—Yo tampoco a ti, Rebe.

—Pues duerme aquí —propone—. Quédate hasta que me digan que puedo volver a verla. ¿Bien?

Le beso la frente y acepto:

—Claro que dormiré contigo. Y... —Carraspeo nervioso—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —Espera a que la haga, así que me lanzo—: ¿Qué más escondes bajo la sudadera?

Se ríe y opta por hacerse la interesante:

—Jamás lo sabrás...

—¿Es que vas a dormir con ella puesta?

Abre los ojos y la boca de manera gradual, hasta que contesta:

—Obvio.

Suelto una carcajada, la abrazo y nos tumbamos juntos en el sofá. Ella se sitúa sobre mí para me besarme, pero la esquivo e insito:

—¿En serio nunca voy a verte sin sudadera? ¿Es que tienes un tatuaje carcelario o algo?

—Tengo dos —bromea, porque espero que se trate de una broma, y me vuelve a besar. 


69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora