IDEAS

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—¿Por qué todavía no has echado las cenizas de tu abuela? —pregunta Verony.

Volvemos a estar los cuatro sentados alrededor de la mesa.

—He cargado con ellas hasta la punta de San Juan de Gaztelugatxe más de una vez pero... Hay mucho turista.

—Te da vergüenza despedirte de ella con público, ¿no? —deduce Maria.

—Y está prohibido arrojar nada. Hay una especie de baño, un cuarto con un agujero al mar, por el que podría tirarlas, pero no me parece digno.

—Es que no lo es —le da razón Maria—. No puedes echar a tu abuela por el retrete.

—¿Y qué hago?

—Te ayudaremos —la tranquiliza Verony.

—Sí, seguro que se nos ocurre algo —me muestro positivo—. ¡Que fluyan las ideas!

Maria se mordisquea el labio, y propone:

—Podemos ir de noche.

—De noche el camino está cortado. Creo que hay un guardia de seguridad.

—Pues lo sobornamos —dice Vero—. Maria, ¿cuánta pasta te queda en los pechos?

Se baja el cuello de la camiseta, echa un vistazo en su sujetador y lamenta:

—Nada. La señora Rodríguez no me devolvió los cinco pavos.

—Yo tengo dinero —informa Rebeca—. Mi amuma me ha dejado una muy buena herencia.

—Ya lo creo. Una casa en la costa y dos pisos en nuestro edificio. Ni en el Monopoly he tenido yo tanto —envidia mi compañera rubia.

—Dejaos de tonterías —corto—. No vamos a sobornar a nadie.

—Pues propón algo mejor —me reta Verony.

—Bien. —Cojo aire, pensativo—. Tenemos que pasar sin que nos vean, ¿no? Podemos camuflarnos entre los arbustos. O... ¡mejor! ¡Vamos en barco!

—¿Acaso tenemos barco? —desmonta mi plan Maria.

—Puedo alquilar uno. —Nos queda claro que Rebeca está forrada.

—Pero —Verony arruga el entrecejo— ¿es que tenéis licencia?

—¿Hace falta? —se sorprende Maria—. Nada. Pues alquilamos un patín.

—Ay, sí. ¡Un hidropedal! ¡Con tobogan! —se emociona Vero.

—¡Centraos! —pongo orden—. Las vacaciones, después. Ahora pensemos...

—Yo creo —Maria me lleva la contraria—que no debemos pensar tanto, eh. Mira qué bien nos ha salido el improvisado plan de encontrar a Rebeca. Debemos dejarnos llevar. Esta noche, nos dirigiremos a San Juan de Gaztelugatxe y, si es verdad que hay un guardia, ya nos las apañaremos.

—A mí no me gusta improvisar —reconoce Rebeca.

—Tranquila. —Agarro su mano y me comprometo—: Yo estudiaré las diferentes maneras de acceder a la zona para dar con la más segura. Confía. Tan solo necesito una hoja, algo con lo que dibujar en ella, y conexión a internet para buscar un mapa o... —Observo que Verony está utilizando el teléfono móvil—. Bien, amiga. ¿Has encontrado ya algún plano?

—¿Qué? Estoy intentando alquilar un hidropedal para pasar la tarde. Pero aquí no hay cobertura.

—Ay, ¡yo sí que tengo! —celebra Maria—. Hace poco me ha llegado una foto de Dan.

—¡Genial! Déjame tu móvil.

Las miro con aire cansado. Ha quedado claro que mientras ellas pierden el tiempo buscando un patín de agua en la costa vasca en el mes de mayo yo tendré que dar con un plan. Al menos cuento con la ayuda de Rebeca, quien ha desaparecido para regresar con papel y lápiz.

—Gracias, Rebe. ¡Manos a la obra!


69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora