1 -「 Impulsos 」

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La punta de su espada Xiu Ya se detuvo antes de atravesar su pecho, de desgarrar su piel. Los nudillos de la mano de Shen Qingqiu estaban mortalmente pálidos, y sus dedos temblaban imperceptiblemente.

Casi apuñaló a Luo Binghe.

En el último segundo, se percató de que este no se movería para evitar la espada, y evitó el desastre a tiempo. O más bien, evitó empeorar la situación.

Shen Qingqiu se había repetido una y otra vez que seguir la trama y hacer que Luo Binghe cayera al abismo era lo mejor, lo necesario. El sufrimiento que esto le provocaría, el dolor que arraigaría en su corazón, eran necesarios para que Luo Binghe metamorfoseara, para que algún día no hubiera una sola persona por encima de él. Era su destino convertirse en un hombre frío, un ser demoníaco.

Todo era por su bien.

Al menos, eso es lo que Shen Qingqiu se obligaba a creer, a autoconvencerse mientras que observaba ese rostro perplejo y descompuesto, asaltado por las lágrimas. Pero por mucho que forzara su mente y la bañara en excusas medianamente creíbles, no había manera de controlar sus acciones.

No cuando, al fin y al cabo, seguía siendo consciente.

Era como si una voz en su cabeza dijera: "¿Qué estás haciendo, Shen Yuan?", y de alguna forma, despertara a tiempo para pensar dos veces en lo que estaba a punto de hacer, e impulsivamente hiciera añicos el papel que había estado tratando de desempeñar, el personaje que había intentado imitar con tanta desesperación.

Las obligaciones que él mismo se imponía, unilaterales a un sistema imparcial. Pensó que solo era un mero transmigrador, que era incapaz de cambiar esta realidad o evitar este escenario. Ahora, sin embargo...

Él no podía hacer esto.

No podía.

No.

¿Y qué si habría un castigo del sistema? Podía lidiar con ello, no era tan grave como para tentar a la muerte. Quizás perdiera más puntos de los que tenía, pero de repente no era capaz de creer que no hubiera otra forma de fortalecer a ese chico que había cuidado y enseñado todos esos años.

Luo Binghe era lo suficientemente capaz, ¿no?

Tal vez necesitara un poco más de entrenamiento para alcanzar el nivel del Luo Binghe de la novela original, algunos años más, incluso Liu-shidi podía ayudarle, mas... Con el incentivo adecuado, Luo Binghe podía lograrlo. Era el protagonista, después de todo. Esto, era absolutamente eludible.

Además, Shen Qingqiu sabía que si lo hiciera, el remordimiento futuro lo carcomería. Eso sí que no podría evitarlo. En una fracción de segundo, tiró de la manga de la túnica de Luo Binghe, cambiando sus posiciones.

【Sistema: ¡Alerta! ¡OOC! ¡Alerta de OOC! Si la misión no puede ser completada, se impartirá un castigo.】

【¡El nivel de frialdad del protagonista será de +20,000 si la misión no tiene éxito!】

【Sistema: Si Luo Binghe no pasa el escenario 《Abismo Sin Fin》 tendrá -10000 puntos de satisfacción.】

Shen Qingqiu ignoró las alarmas del sistema, que comenzaron a resonar en su cabeza sin cesar, aumentando su volumen gradualmente. Todas las palabras hirientes que habían salido de su boca justo ahora, no podían ser devueltas. Sin más remedio, solo podía decir:

一Lo siento.

Empujando el pecho de Luo Binghe, Shen Qingqiu los separó a ambos; su discípulo se tambaleó hacia atrás, sin tiempo para reaccionar, y él cayó de espaldas al abismo, que lo recibió con su abrasadora boca abierta de par en par.

Cerró los ojos y reforzó el agarre con el que sostenía su espada Xiu Ya. Acababa de cambiar el flujo de la historia, pero únicamente resultaría perjudicial para él, en cualquier caso.

Bien.

Ya no tendría que volver a ver ese rostro lloroso y lamentable de Luo Binghe nunca más.

Bien.

Sobreviviría a ese abismo si era posible, regresaría para ver a su discípulo en la cima del mundo de la cultivación.

Bien...

Sus ojos comenzaron a escocer. Conque así se sentía la desesperación. Qué amargo.

El abismo parecía interminable, el calor sofocante; el refulgor del fuego sofocó las llamas de su propio corazón, ignoto si impérrito al haberse arrojado al vacío contumazmente.

Shen Qingqiu pensó una vez que sería mejor si Luo Binghe podía mantenerse como un delicado loto blanco para siempre, y que no le importaría cuidarle por toda la vida.

Cerró los ojos y otra disculpa silenciosa abandonó sus labios. Shen Qingqiu era el mejor cumpliendo promesas a medias.

Lo siento, Binghe.

No podré cuidar de ti.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora