5 - 「 Palabras de consuelo 」

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Un escalofrío recorrió la columna de Shen Qingqiu. Si aquello realmente era un sueño, entonces tendría que elogiar a su subconsciente, porque era demasiado realista.

Su tan familiar casa de bambú estaba justo enfrente de él, rodeada de un sentimiento de añoranza que él no era capaz de procesar. Su pecho se encogió. Esto definitivamente no era real, ¿verdad?

Actualmente, Shen Qingqiu había olvidado lo que era vagar en el mundo de los sueños. En los últimos años, o bien no tenía tiempo para detenerse a dormir y descansar, o simplemente los sueños no llegaban a él, solo profunda oscuridad.

Creía haber olvidado cómo lucía este sitio, el cual consideraba como su segundo hogar.

Un manantial fluía entre los aleros escalonados de bambú. Con sus pies sobre la tierra, Shen Qingqiu podía jurar sentir el viento rozando sus mejillas y meciendo su largo cabello. También se percató de que había un abanico en su mano, y entonces no pudo evitar volver a sentirse como el Señor de Cumbre que una vez, hace tanto tiempo, fue.

De cualquier modo, este sueño era demasiado detallado y realista. Se cuestionó si podría tratarse de un sueño lúcido, nunca antes había tenido uno así. Quizás la presión y el estrés a los que se había visto sometido durante tanto tiempo lo causaron.

Sin ser consciente, sus pies habían comenzado a avanzar por su cuenta. Shen Qingqiu miraba a su alrededor como si fuera la primera vez que veía aquel lugar, como si quisiera retenerlo en su memoria para no volver a dejarlo ir. Cuando llegó hasta la puerta de la casa de bambú, se detuvo. ¿Estaría bien si entrara? En el fondo, con todo lo acontecido, Shen Qingqiu sentía como si estuviera allanando una casa ajena.

Pero esto es solo un sueño.

La puerta se abrió con un débil crujido. El hombre de orbes verdes decidió entrar en su hogar por primera vez desde hace una eternidad. Un pequeño vistazo a su alrededor finalmente le hizo suspirar aliviado y pensar: Todo sigue igual.

A pasos lentos y a su ritmo, paseó por el interior, deteniéndose para tocar algunas cosas en silencio. Pero cuando ya había recorrido todo, no quiso irse aún. Se sentó junto a la mesita de té, pasando las manos por su superficie. Aunque se sentía algo estúpido, no podía hacer otra cosa.

Todo sigue igual...

O eso pensó, hasta que la puerta volvió a abrirse de repente, y vio cómo una túnica de tonos verdes y blancos se deslizaba dentro con la misma gracia de un inmortal. Luo Binghe entró.

La mente de Shen Qingqiu se congeló, también el pie de Luo Binghe.

El aire de la habitación pareció condensarse, imposibilitanto el respirar sin problemas. Hubo una tensión palpable entre las dos personas, que olvidaron cómo debían actuar con naturalidad.

Ninguno pudo apartar la mirada de la otra persona.

Sin duda alguna, Shen Qingqiu nunca habría estado preparado para el truco que estaba jugándole su traicionera mente. Durante estos años, si bien fue imposible acallar todas sus preguntas, sus pensamientos, suprimir sus recuerdos más preciados... Podría negarlo, pero esa persona fue todo lo que ocupó su mente, como una obsesión.

Y ahora estaba allí, parado en el umbral de la puerta.

Y Shen Qingqiu también estaba allí, consumido por el miedo.

Sabía que era un sueño, no estaba reencontrándose con su antiguo discípulo en lo más mínimo. Sin embargo, con solo verlo, sus emociones eran un caos. ¿Estaba feliz, emocionado, o quizás nervioso, incluso aterrado? No era capaz de decirlo. Lo único que sabía con certeza en aquel momento era que... Todo lo que hizo fue por él.

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