12. La primera mañana

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Por breves segundos, no recuerdo donde estoy. Mis ojos se abren lentamente, y ven como a través de la tela de la tienda, esta se ilumina por los tenues rayos del sol. El latir de un corazón en mi oído me recuerda donde estoy. Muevo lentamente mi cabeza, para ver a Noah durmiendo plácidamente. Una sonrisa tonta me cruza la cara. Me acerco lentamente, para no despertarlo, y quedo con mi cara a centímetros de la suya. Paso una mano por su siempre desordenado cabello. Le ha crecido un poco, quizás debería cortárselo. Mi mano baja hasta su mejilla. Se ha afeitado hace poco, por lo que su piel se siente suave. Acaricio con el pulgar su mejilla, su barbilla y llego hasta sus labios. Me inclino sobre su boca y le doy un suave beso. Me aparto unos cuantos centímetros y lo observo. Abre sus ojos, somnoliento, y al verme esboza una sonrisa.

-¿Me vas a despertar así todos los días?-pregunta en voz baja. Suelto una risita.

-Quizás-le digo sonriendo.

Mi mano vuelve a acariciar su mejilla, y él cierra los ojos de nuevo. Me inclino nuevamente y lo vuelvo a besar. Esta vez me responde, y mueve sus labios suavemente sobre los míos. Un escalofrío me recorre la espalda y las manos de Noah agarran mi cintura, sujetándome y apretándome contra él. Mientras lo beso, un vago recuerdo llega a mí. Anoche, antes de dormirme por completo, lo escuche susurrarme "te quiero". Me aparto de golpe y lo miro. Él abre los ojos y frunce el ceño.

-¿Qué pasa?-pregunta preocupado. Lo miro a los ojos.

-Anoche... te escuche-susurro.

Al principio, me mira sin entender. Pero luego sus ojos se abren como platos y abre la boca, aunque de esta no sale un sonido. Traga saliva y desvía la mirada.

-Pensé que te habías dormido-susurra. Mi mano, aun en su mejilla, lo acaricia, y sus ojos vuelven a fijarse en los míos. Respiro hondo.

-¿De verdad lo sientes?-pregunto en una voz apenas audible. Noah me observa, y asiente ligeramente con la cabeza.

-Te quiero-musita. Me muerdo el labio.

-Yo...-comienzo, y las palabras no me salen. Me mira atento, esperando. Lo que siento por Noah, no lo he sentido por nadie más, y eso me asusta un poco. Suspiro y me armo de valor para seguir.- Yo también te quiero, Noah.

Su boca se entreabre, y mis mejillas se sonrojan enseguida. Una sonrisa comienza a formarse en su cara, le sonrío avergonzada y el suelta una carcajada.

-Se siente extraño ¿no? Pasamos la mayor parte de nuestra vida juntos, y ahora todo es diferente-me dice.

-Lo es-le digo. Aun sonrojada, escondo mi cabeza en el hueco de su cuello, y él me estrecha entre sus brazos.

-Algo bueno que haya salido de este maldito pulso-susurra.

-Lo único bueno-le replico.

Su mano derecha sube por mi espalda y llega hasta mi cara. Me acaricia con sus dedos la mejilla, y cierro los ojos disfrutando de la sensación. Nos quedamos así un largo rato, en silencio. Todo con Noah es perfecto, y aun no me lo creo del todo.

-¿De dónde has sacado la tienda?-le pregunto de repente.

-De la excursión de compras. Se han traído más para que no estemos tan apretados, ya que muchas las consiguieron con precios rebajados. La ciudad estaba casi vacía, la gente no sale de sus casas a menos que sea estrictamente necesario, y los comerciantes han tenido que rebajar sus precios para ganar algo de dinero-me responde. Levanto la cabeza y lo miro con el ceño fruncido.

-Las cosas se están poniendo cada vez peor-le digo. El asiente y suspira.

-Creo... creo que deberíamos decirles a nuestras familias que deben venir acá, con nosotros-me dice. Asiento con la cabeza.

The PulseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora